24 junio 2016

nos la jugamos este fin de semana

Quizás no, acierten las encuestas, volvamos a ser no gobernables por ausencia de pactos y haya unas terceras elecciones con otras caras, si es que tienen vergüenza para irse un par de ellos… Quizás gane el populismo y la liemos parda. Cualquier cosa puede pasar, pero uno está ya hasta las napias de los políticos y sus prácticas. Si no hubieran ninguneado el 15M y las propuestas de regeneración democrática no habríamos llegado hasta donde estamos. Si se hubiera combatido la corrupción, si se permitiera votar a personas no a siglas… demasiados síes…
Y encima no me gusta ninguno de los cuatro, ¿a quién voto? ¿Voto por miedo, voto tapándome la nariz? ¡Qué dudas! Encima, si me abstengo o voto en blanco, que es lo que más me apetece, se iría el voto a la lista más votada… No sé qué hacer, todavía. ¿Me espero a que haya unas nuevas elecciones con gente nueva? Quizás sea lo mejor…, total, España aguanta carros y carretas. Y no estamos tan mal sin Gobierno. Mejor desgobernados que mal gobernados.
Desde el Diario de Cádiz, Enrique García Máiquez lo borda, lo de votar por miedo:

El miedo es de cobardes

Los que se empeñan en convencerme de que vote a Mengano (léase Mariano) metiéndome miedo con Fulano me quitan el sueño. Porque no logro acordarme de quién, en un trance aún peor, dijo a los que le querían aterrorizarle con los suplicios de la tortura: "¡Ésas son triquiñuelas para niños; no para un hombre!" Apostaría a que la frase es de Tomás Moro; pero no doy con la cita exacta. Para vencer el insomnio de mi amnesia, le he preguntado a un amigo, y me ha contestado que esas palabras las tienen que haber dicho muchos hombres hechos y derechos a lo largo de la historia. 
Pero no tantos ahora, según se ve. El hecho evidente de que el miedo va a ser el motor de una buena parte del voto, en vez de unas réplicas contundentes a la ideología rival y unas propuestas ambiciosas para España, debería inquietarnos. Si tantos tienen miedo, será porque otros tantos lo meten, claro, y ése es un problema, sí; aunque, centrándonos en las "clases pasivas", reconozcamos que algo va mal en nuestro régimen político cuando se expande tan fácilmente el pánico. La democracia exige no tener miedo, porque nuestra libertad es, en última instancia, directamente proporcional a nuestro coraje. 
De no creer en otros valores, siempre me quedaría el valor como criterio moral. Como sostengo principios superiores, mi juicio político no depende en exclusiva del valientómetro; pero, desde luego, me avergonzaría que el canguelo decidiese mi voto. Gabriel Syme, el protagonista de El hombre que fue Jueves, encuentra el valor que necesita para enfrentarse a su archienemigo en el miedo que le tiene. No se puede permitirse ese miedo de ninguna de las maneras porque se retroalimenta y engrandece a quien o a lo que nos lo causa. Es contraproducente. Hay que cortar por lo sano. 
No digo, pues, que no haya que encarar lo que cada uno considere que son amenazas políticas o económicas. El matiz estriba en que el discurso del miedo (explícito o implícito -el primero da más vergüenza, el segundo más pereza-) no invita al análisis ni a la acción, sino a la huida, al esquinazo y al cómodo mal menor. Una sociedad donde mucha gente vota por resentimiento y muchos más, con un reflejo pavloviano, por desconfianza no es una sociedad sana ni vigorosa ni libre. La democracia exige un debate real de ideas; la política, de proyectos; la dignidad, de principios. Jugar al susto, al coger y al escondite es, en efecto, de niños.
Y otro que repite la misma tesis de votar con la nariz tapada…:

Cyrano

SI Cyrano de Bergerac volviera, yo sería el escudero de ese Quijote que no perdía un combate, menos el único que le importaba, que le atravesó el corazón. Su Dulcinea era dulce, pero existía, y se llamaba Roxana. Cyrano era un poco Góngora también, con su nariz superlativa. Quevedo no hubiese resistido la tentación de escribir un soneto burlesco a su nariz, para lo que le habría venido bien ser, como era, un consumado espadachín. El duelo hubiera resultado apasionante: dos duelos: el verbal y el de acero. "Y al finalizar os hiero". 
El estirón de la campaña lo estoy viviendo en un recuerdo constante del mosquetero francés. La campaña del miedo se hace en Whatsapp, en voz baja, en privado; mientras que los carteles y las canciones son muy positivos. Muchos van cayendo: votarán tapándose la nariz, y me animan a seguir su ejemplo. Entonces me acuerdo de que tengo, como Cyrano, demasiado grande la nariz para tapármela. Ni con las dos manos. Aunque sé que me arriesgo a un duelo a muerte cada vez que lo confieso. ¡Cuánto valor nos echan los partidarios del voto del miedo! 
Este artículo ya lo escribí. Me repito porque ver que, en una democracia madura, unos ciudadanos hechos y derechos se dejan arrastrar por el pánico me saca de mis casillas, como al mosquetero lo de su nariz. Ir por la vida arrugándose no pega con el origen clásico de este invento griego. Hubo fríos estrategas que en sus maquiavélicos despachos contaron con la cobardía en sus cálculos; y da cosa darles la razón tan milimétricamente. 
Hay motivos bastante serios para asustarse, sí; pero hacerlo es inútil y contraproducente. El miedo tiene razones; no tiene razón. Porque jamás se parará con miedo al populismo, que lo crea y se alimenta de él, sino con coraje cívico, principios firmes, criterios claros y buena pedagogía. Asustándose quizá se le retrase dos o tres años, pero o se planta cara o podemos irnos preparando. Por la espalda, al finalizar nos hiere. 
Cada cual puede votar lo que quiera, faltaría más, y por las razones que le parezcan, desde luego, pero si lo va a hacer tapándose la nariz, que no me lo cuente, por caridad; y que por vanidad, tampoco. 
Creerá que nos parece que se la tapa muy digno por no oler al partido que vota, pero quién descarta el pensamiento de que lo que no quiere oler es su propio miedo. De un momento a otro se me va a escapar decirlo y, al finalizar, los hiero. (Y no quiero.)
Suerte para todos, que la vamos a necesitar… En teoría, el Brexit apoya la campaña del miedo…, en la práctica lo veremos el domingo, aunque nos tienen engañados de nuevo haciéndonos creer que tras las elecciones del domingo habrá Gobierno. Abrazos,
PD1: El BREXIT no será tan malo, desde el punto de vista económico, para los británicos como muchos dicen. Tienen mucha solera y sobrevivirán solos como lo han hecho siempre. El problema es para la Unión Europea que ve confirmada el inicio de su ruptura. Y el Euro que sufrirá mucho. No han sido capaces de hacer más Europa, luego seremos menos, o más débiles. Y España sufrirá también a corto plazo. Muchas inversiones hechas en UK de empresas del Ibex (Santander (Abbey), Sabadell (TSB), Telefónica (O2), Ferrovial(BAA), Iberdrola (ScottishPower), Iberia (IAG)…), muchos británicos viajando a España…
Y hoy el más afectado con la ruptura de la Unión Europea está siendo Japón. Es un problema de solvencia, de excesos acumulados de los bancos centrales, de pérdidas gigantescas como no se pueda mantener la ficción monetaria actual. ¿Serán capaces de intervenir para calmar los mercados, o están sin cartuchos ya? El problema no es para los británicos, es para Europa y para la credibilidad de la política de los bancos centrales…
PD2: Estoy tan convencido de que cuando me muera iré al cielo, que ojalá mi familia esté muy feliz en el día de mi muerte. Será la culminación de una vida dedicada al Señor. Siempre he estado en sus manos. Espero que mi mujer e hijas vayan al funeral de blanco, que adornen la iglesia con flores blancas, que no me lloren ni se queden compungidas… Para eso estamos en esta vida, para prepararnos para morirnos. He recibido tantas gracias en los sacramentos, tantas Misas atendidas (a diario), tantas veces me habré confesado (una por semana)…, que lo único que me falta es darle un fuerte abrazo al Señor, de la mano de la Virgen que me ayudará en ese trance… Ojalá se cante de alegría en mi Misa póstuma, ojalá los de mi entorno estén tan felices como espero estarlo yo mismo…, cuando le vea.