09 octubre 2015

valores grandes europeos

Recientemente nos hemos enterado de muchos males: Volskwagen nos engañó, la minera Glencore se desplomó, Deutsche Bank ha tenido que meter 6500 millones de euros a pérdidas por líos judiciales y más miserias… Credit Suisse tiene que ampliar capital para estar más fina… Verás que son valores muy grandes, europeos, que no dejan indiferente a los inversores… A ver si aciertas ¿de quién es este gráfico?
No acertaste. Es el gráfico de Deutsche Bank…
¿Y este otro? ¿Es parecido, eh?
No das una, es el de Credit Suisse…, y tal. Son las consecuencias de la crisis de 2008, de los inmensos excesos habidos. Nos hemos llegado a creer que hemos superado la crisis y, en la banca, andan poco finos todavía.
En España, ídem de ídem… El del Banco de Santander:
¿Aguantará los 4 euros? Siempre lo ha hecho: en 2008 y en 2012… ¿Vendrá más morralla de Brasil? ¿Seguirá ampliando capital para pagar dividendos y tal?
Y eso que es, junto a Inditex (ZARA), las únicas marcas que tiene prestigio en España, que se conocen y valoran bien por ahí fuera.
Las marcas más valoradas. Lo que más aprecia la gente, lo que valen por su propia marca… Puedes verlas aquí. No es tontería, pero es en estos valores en donde se deberíamos invertir…, o quizás no???
Hemos tenido un rally en los mercados recientemente, al calor de malos datos macro que se han ido publicando, y a pesar de esas catástrofes en grandes valores europeos. Cuanto peor estamos más suben las bolsas ya que se disipan los temores a un alza en los tipos de interés… Quizás no se puedan subir en muchos trimestres, o empiece la japonización de Occidente, si es que no estamos en ello ya… Abrazos,
PD1: ¿Sobreprotegemos a nuestros hijos? Ni lo dudes. Ayer en el parque acompañando a mi hija aluciné con lo que vimos. La mayoría de las madres tenían, de media, entre 35 y 40 años, con un hijo único que protegían y perseguían… Mi hija con 26 años y dos hijos era un bicho raro ahí. Esa tardía maternidad, donde sólo se tiene un hijo, provoca desazón en las madres que los sobreprotegen no vaya a ser que se les rompa…
Y esa excesiva protección no es solo cuando son niños de 2 años, dura muchos años más, hasta que los hijos, hartos de tantos mimos y de padres que vuelcan sus deseos en ellos, se rebelan en la adolescencia:
Todos los padres quieren a sus hijos, pero no todos los saben querer. A veces los sobreprotegemos y no les dejamos crecer. Sin darnos cuenta convertimos nuestro amor a los hijos en un proteccionismo excesivo y, entonces, los agobiamos, no les dejamos tomar sus propias decisiones ni equivocarse, ponemos freno a su desarrollo personal y hacemos de ellos unos inmaduros consentidos.
Queremos lo mejor para nuestros hijos, y quizá aquí esté el error. No se trata tanto de querer lo mejor, sino su bien. Se dice que lo mejor es enemigo de lo bueno y en este caso se suele cumplir, porque “lo mejor” acostumbra a ser lo mejor para nosotros, no para ellos: comprarle un helado a un niño que monta una rabieta en plena calle puede ser “lo mejor” para evitar problemas, pero no es bueno para su educación. El camino fácil no es siempre el mejor camino. Lo fácil es, por ejemplo, hacerles la cama: ganamos tiempo y no tenemos que enseñarles a hacerla ni pelearnos con ellos, pero a la larga los estaremos convirtiendo en unos comodones.
En general, ponemos demasiado corazón y poca cabeza. Cargamos el amor de excesivo sentimentalismo y lo convertimos en cariño. Es el cariño el que hace ciego al amor. Y muchos hijos resultan “víctimas” del amor ciego de sus padres: comienzan aprovechándose de sus privilegios y acaban reclamando más exigencia y menos proteccionismo. Sabemos que tienen que pasar por malos tragos y que sólo así aprenderán a superarlos, pero no queremos verles sufrir porque, en el fondo, no queremos sufrir nosotros.
El proteccionismo de los padres no deja crecer a sus hijos y es, en ese sentido, un impedimento educativo. Así, se crean personas dependientes e inmaduras, que temen al futuro, incapaces de decidirse y que se resisten a crecer. Esos padres tienen la falsa idea de que protegen más y mejor a sus hijos si los encierran en una urna de cristal. Pero la urna se acaba rompiendo tarde o temprano. Suele ser en la adolescencia cuando se quiebra y cuando uno se halla totalmente desvalido, porque toda la protección que ha recibido se ha hecho añicos y ya no resulta efectiva. Cuando el adolescente que ha estado sobreprotegido choca con la realidad, lo hace sin prevenciones, porque nadie le ha enseñado a caer, entonces se ve obligado a crecer de sopetón, lo cual no es una buena forma de crecer.
Para dejarles crecer y fomentar que nuestros hijos maduren, podemos tener en cuenta estas ideas:
+ Proteger a nuestros hijos no significa encerrarlos en una burbuja. Quizá sea más fácil para nosotros, pero, a la larga, no lo es para ellos.
+ Ir dándoles pequeñas responsabilidades según la edad puede ser el comienzo de su autonomía.
+ Tratarlos como “mayores”, no como unos niños grandes. Debemos tratar a los hijos no como lo que son sino como lo que nos gustaría que fuesen.
+ Dejar que se equivoquen y aprendan de sus errores. No se trata de aprender a golpes, sino de que vayan ejerciendo su libertad.
También debemos ayudarles a:
+ Aceptar la realidad tal como es no tal como se la imaginan.
+ Vivir abiertos a los demás.
+ Asumir las propias frustraciones.
+ Tener sentido del humor.
+ Aceptarse como se es.
+ Actuar con capacidad crítica, siendo capaces de evitar tanto el gregarismo como el individualismo.
+ Respetar otros puntos de vista.
+ Asumir deberes y obligaciones sociales.