03 febrero 2014

3 febrero 2014 ¿Le mejorarán el rating a China?

Eso dicen…, a ver si lo hacen pronto

Fidelity: China es candidata a una mejora de rating gracias al programa de reformas

Las reformas anunciadas por China para regular y liberalizar la banca y racionalizar la deuda de las administraciones locales son un paso hacia una mejora de rating.

El colosal paquete de reformas estructuradas aprobado durante la III Asamblea Plenaria del Partido Comunista de China (PCCh) ha supuesto el cierre definitivo del desarrollo del modelo económico creado por Deng Xiaoping. Un informe de Fidelity Worldwide Investment afirma que estas reformas con carácter global, pues tocarán muchos palos distintos de la economía china, “deberían fomentar una mayor transparencia en los ámbitos financiero y presupuestario a largo plazo, lo que mejorará el perfil crediticio de China y dará un impulso a la confianza de los inversores”.
Estas medidas deberían servir, pues, para paliar grandes preocupaciones de los inversores, como la deuda gubernamental – cerca del 200% del PIB a finales de 2012-, el fuerte endeudamiento de las administraciones locales del país –2,95 billones de dólares a finales de junio de 2013 según los últimos datos de la Oficina Nacional de Auditoría- o la proliferación de la concesión de crédito, especialmente a través de la banca informal o “banca en la sombra”. En este sentido, uno de los propósitos del informe de la gestora americana es analizar la articulación de las reformas del sistema financiero y de la fiscalidad, y qué repercusiones tendrán sobre la economía del dragón asiático.
La liberalización de la banca china
Desde Fidelity recuerdan que, en el contexto del régimen político existente en China, “a menudo se ha usado a los bancos como instrumentos de las políticas públicas”. Esto ha perjudicado a la gran banca del país al tener la obligación de prestar dinero a empresas y grupos estatales que no reunirían las condiciones necesarias en otro contexto, lo que les ha traído problemas estructurales, derivados de la expansión del crédito y de la presencia en los balances de préstamos potencialmente morosos. Así se explica que en los últimos años algunos inversores prefirieran no invertir en el sistema financiero del país.
Las reformas en torno a la banca que desarrollará el gabinete de Xi Jinping relajará estas obligaciones de concesión de crédito, lo que “probablemente ayude a los bancos a mejorar su rentabilidad, ya que podrán seleccionar empresas de calidad a las que prestar y también podrán tener libertad para dejar de operar en áreas de la economía que son deficitarias y escasamente rentables”. “Además, gracias a un marco de tipos de interés y cambio más flexible, los bancos deberían ser capaces de reforzar sus productos y servicios y desarrollar una ventaja competitiva. Esto diversificará sus fuentes de ingresos y reducirá los riesgos asociados con los préstamos improductivos”, añaden los expertos.
El riesgo a corto plazo es que los bancos pierdan rentabilidad, al caer los márgenes de intermediación como consecuencia de la liberalización de los tipos de interés. El informe también dedica unas líneas a analizar las implicaciones de las reformas sobre la banca alternativa o “en la sombra” (shadow banking), cuyo punto de partida es una directriz publicada a comienzos de enero por el Consejo de Estado en la que se establece un primer marco normativo para regular la banca informal. Desde la gestora estiman que las empresas fiduciarias han acumulado activos con un valor superior a los 10 billones de yuanes, a lo que se le debe sumar la proliferación de empresas de servicios financieros en internet, avalistas de crédito y fondos monetarios. Adicionalmente, los productos de gestión de patrimonios han recaudado unos 25 billones de yuanes en activos.
“El gobierno, aun reconociendo que la aparición de los bancos informales es un resultado inevitable del desarrollo financiero y la innovación que complementa el sistema bancario tradicional, pretende regularlos adecuadamente para contener los riesgos y mejorar la transparencia de los flujos crediticios”, explican desde Fidelity. Así, la nueva regulación obliga a la banca a abandonar sus actividades fuera de balance, para retornar al negocio tradicional (préstamos y depósitos), lo que a su vez obligará a los bancos a reforzar su capital, por lo que es probable que se ralentice la expansión de activos.
Las reformas fiscales y de las administraciones locales
El informe oficial sobre la deuda de la administración pública china se situó entre 2,5 y 4,9 billones de dólares (la parte baja de la horquilla de estimaciones del consenso). Aunque este dato aportó un poco de tranquilidad a los mercados, no empaña la obligación del Estado de controlar el riesgo de la deuda. En China, la mayor parte de la deuda pública procede de las administraciones locales; la parte que habría que devolver usando los ingresos fiscales de las administraciones públicas está creciendo un 20% al año.
Para terminar de entender la situación de las arcas del país, los expertos de Fidelity indican que, en la actualidad, las administraciones locales gestionan más del 80% del gasto público, pero sólo reciben el 50% de los ingresos fiscales. “Esta distorsión ha contribuido a aumentar la deuda de las administraciones locales y a elevar su dependencia de las ventas de suelo”, señalan. Por ello, una consecuencia de las reformas sería permitir la transferencia de parte de las responsabilidades sobre el gasto de las administraciones locales al gobierno central. El informe de la gestora también interpreta en función de las reformas que se han propuesto que “la legislación presupuestaria actual se revisará para que varios niveles de la administración pública consoliden sus presupuestos, para que se indiquen las necesidades de gasto a largo plazo y los déficits de financiación y para que las administraciones locales puedan emitir deuda y responsabilizarse de ella en lugar de dar por sentado que el gobierno central acudirá en su ayuda”.
Paralelamente, los gobiernos locales tendrán más autonomía para generar nuevas fuentes de ingresos. Ya se han dado algunos pasos al respecto, puesto que las fuentes de financiación local a través de la emisión de deuda vienen diversificándose desde 2010: según la Oficina Nacional de Auditoría de China, mientras que el porcentaje de préstamos bancarios cayó del 79% al 51%, las emisiones de bonos se incrementaron del 7% al 11%. También se están utilizando como vehículos para obtener ingresos la financiación de proyectos (construcción) y financiación a través de compañías fiduciarias, “lo que plantea nuevos retos a la hora de gestionar el riesgo”. Finalmente, “al reducir la dependencia insostenible de las ventas de suelo y las actividades de financiación inestables, las reformas deberían ayudar a reducir el lastre de deuda de las administraciones locales y, con ello, el riesgo de una crisis crediticia a gran escala”, explican desde Fidelity.
“Si bien la deuda china es elevada, en su mayor parte la acumulan las empresas y las administraciones locales, mientras que los ciudadanos y el gobierno central apenas están endeudados. En eso difiere la situación frente a los países occidentales, lo que indica que es improbable que se produzca una crisis crediticia de estilo occidental” señala Jing Ning, gestor del fondo FF China Focus. “En cuanto al sector empresarial, muchas de las compañías más fuertes deberían ser capaces de crecer a tasas elevadas durante los próximos años y, con ello, de reducir su deuda”, concluye el gestor.
La parte en rojo son los fondos TRUST que han crecido y que ahora tienen problemas. El que ha quebrado tenía 700 mill de dólares y el Gobierno Chino, lo acabó rescatando, pagando 100 mill de dólares…
Abrazos,
PD1: Quieren meter a China en un tratado de libre comercio que va desde EEUU, Canadá, Japón, Australia, los tigres, Chile, México y Perú… Les interesa. Lo curioso es ver quien se queda fuera: la UE… No me extraña, llena de burócratas y con la Merkel haciendo de las suyas… Como entre China en ese pacto, será muy malo para Europa…

U.S. sees hurdles to China joining Pacific trade pact

 (Reuters) - Washington wants progress on an investment treaty with Beijing before it considers expanding an eventual Pacific-region trade pact to include China, a top U.S. official said on Thursday.
U.S. Trade Representative Michael Froman said the United States was open to other countries joining the Trans-Pacific Partnership (TPP) being negotiated by Washington and 11 other nations.
However, before China can be considered, Washington wants movement on a bilateral investment treaty.
"We'll want to see whether we can make progress there first," Froman said during the World Economic Forum in Davos, Switzerland.
Beijing said in May it would consider joining the TPP, which would establish a free-trade bloc stretching from Vietnam to Chile and Japan, encompassing about 800 million people and almost 40 percent of the global economy.
Other countries, including South Korea, have also expressed interest in joining, although Washington has said they would have to wait until the current negotiators reach a deal.
Washington had hoped for a deal by the end of 2013, but that did not happen in part because of differences over farm tariffs between the United States and Japan.
The countries already in the talks are the United States, Canada, Japan, Australia, New Zealand, Singapore, Malaysia, Brunei, Vietnam, Chile, Mexico and Peru.
The United States and China agreed in July to restart stalled negotiations on an investment treaty, with Beijing dropping efforts to protect some sectors of its economy.
Froman said the renewed talks with Beijing would be part of a larger agreement.
"That's where I think our focus should be because those are key elements of any investment chapter," he added.
PD2: Harvard Business Review ha publicado esto sobre China y América que creo es de interés:
There have been many uncertainties over the past six months that, depending on how things played out, had the power to change what we can expect from the Next China, and what that means for the Next America.
The new leaders of China had their very important policy meeting in early November, the so-called Third Plenum of the Central Committee of the Chinese Communist Party. In the US, the government shutdown and ongoing political dysfunction roiled financial markets and raised serious new questions about America’s money-saving potential and the long-term outlook for the US economy. Meanwhile, security tensions have mounted between China and Japan over the Diaoyu/Senkaku Islands in the East China Sea, raising the threat of military confrontation between the two Asian powers and their allies.
I watched the news with that anxiety peculiar to nonfiction authors: the fear that one’s topical analysis will be quickly overwhelmed by the sweep of events. That was my worry during the seemingly interminable period that separated my final revisions to Unbalanced: The Codependency of America and China, submitted in August 2013, and the actual publication date in late January 2014. As things turned out, developments on these fronts (at least the first two) fit quite well with the central thesis of Unbalanced — that China is firmly on the road to rebalancing while America is not, and that this asymmetrical outcome poses both risks and opportunities for these two codependent nations.
China will shift to more of a consumer-led economy. The outcome of the Third Plenum makes this clear. Prior to that critical policy meeting, a gathering that is held only once every five years in China, the case for the long-awaited rebalancing of the Chinese economy was mainly a conceptual one. China had enacted its 12th Five-Year Plan in March 2011, but it provided more of a framework for economic restructuring than a series of concrete recommendations to speed the shift from the Producer Model of the past to more of a Consumer Society in the future.
That plan placed emphasis on providing new opportunities for Chinese families to boost their spendable incomes – opportunities centered on new sources of job creation in China’s emerging but still embryonic services sector, and higher per-capita incomes that come with urbanization. But there was no guarantee these opportunities would translate into new sources of discretionary consumption. Lacking a social safety net – that is, in light of unfunded retirement and medical care systems – Chinese families understandably remained quite fearful of an insecure future and were more likely to save any newfound income rather than spend it.
The reforms of the Third Plenum address this key shortcoming head on. The focus here was on specific proposals aimed at changing the very behavioral norms that have long stymied the emergence of a more active Chinese consumer. Phasing out the one-child family planning policy is an important case in point. So, too, were specific proposals aimed at reforming the residential permit system (the hukou), which had prevented the portability of social welfare benefits that any modern society needs. Equally encouraging were long awaited signs of an ending of the tight regulation of deposit interest rates for return-starved Chinese savers. The same can be said of a proposal to earmark 30 percent of the profits of China’s vast state-owned enterprises toward funding the nation’s unfunded social safety net programs.
This is a powerful combination – opportunities of job creation and higher incomes provided by the 12th Five-year Plan, and incentives to change behavioral norms of Chinese families by the Third Plenum. This puts China firmly on the road to a consumer-led rebalancing.
But it’s a development that America may not be prepared for. For as China shifts more to consumer-led growth, that means it will continue to draw down its surplus saving, which would, in turn, reduce its current account surplus, limit its accumulation of foreign exchange reserves, and reduce its demand for US Treasuries and other dollar-denominated assets.
That poses several key questions for the United States: With its largest foreign lender focusing more on saving absorption in its domestic economy than on investing its surplus saving in the United States, who will provide saving-short America with the surplus saving it needs in order to grow? In particular, who will take China’s place in helping to fund America’s outsized budget deficit – a question that seems all the more relevant in light of Washington’s latest efforts to keep kicking the fiscal can down the road? And, as China shifts from focusing on production to drawing greater support from internal consumption, who will provide the low-cost goods that hard-pressed middle-class American families now rely on to make ends meet? Finally, note that China is America’s third-largest and most rapidly growing export market. Will US industry be able to seize the opportunities inherent in what could be the world’s greatest consumer story of the 21st century?
Codependency is no way to maintain healthy human relationships. Neither is it sustainable for large economies. As my book went to press, there were plenty of reasons to anticipate an asymmetrical endgame to the codependency between America and China – that China would be the first of the two to move down the road of rebalancing.  The questions central to Unbalanced have proved more relevant than ever.  Geopolitical wildcards, especially with respect to intensified tensions with Japan but also in light of the ongoing cyberhacking dispute with the United States, also remain to be played, and may make for an even more destabilizing breakup.  But that was always the ultimate catch of this codependent relationship.  From the start, it was a marriage of convenience – not one based on love.
PD3: La realidad es que Asia, y China en particular, se han convertido en la industria del mundo:
PD4: El Adán español se llamaba García…y pobló casi toda España. ¿Seremos todos primos lejanos? Mira Cataluña y su hecho diferenciador. Sin embargo, los políticos catalanes no tienen estos nombres tan populares…
PD5: Tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas, al prójimo y a nosotros mismos, los tres amores del mandato divino. Este último amor es el más difícil de entender. No debemos amar nuestro egoísmo, nuestra vanidad o soberbia. Debemos estar contentos con quienes somos, dar gracias a Dios por lo que somos, con nuestros defectos. Nos tenemos que querer a pesar de nuestras debilidades. Seremos más felices si no nos olvidamos de amarnos a nosotros también, a nuestra familia, a los compañeros de trabajo, a los amigos. Por supuesto que es tan importante como amar al prójimo, o amar a Dios. Pero hay que estar satisfecho con uno para ser feliz y hacer felices a los demás…