11 mayo 2012

milagro chino

¿Donde está el milagro económico chino?

No es difícil encontrar fascinación o superlativos de todos los calibres sobre la evolución reciente de China. El objetivo de este artículo es contraponer una imagen más sosegada sobre la realidad de dicho país y argumentar que lo que está sucediendo ni es ningún milagro ni es excepcional. Y, desde luego, que no es ningún espejo en el que los países en desarrollo se tengan que mirar.

En primer lugar, hemos de admitir que conocemos realmente poco sobre China. La magnitud geográfica y poblacional, así como la lejanía cultural, distorsionan a menudo las comparaciones.

Es conocido que el régimen miente frecuentemente con sus cifras y hechos. Un ejemplo: mientras el Gobierno reportaba cifras muy positivas de crecimiento durante 2008, una medida menos manipulable, como es la producción de energía, se desplomaba un 4% en términos interanuales. La primera fuente de fascinación proviene de utilizar magnitudes absolutas y concluir que China es la tercera potencia económica mundial. En cuanto se expresan las magitudes en términos relativos, la imagen cambia mucho. El siguiente gráfico muestra la evolución del PIB per cápita de algunos países seleccionados.

Evolución del PIB per cápita real.

Si abandonamos la visión antropomórfica de los estados -son los ciudadanos, y no los países, los que sufren, se hacen más productivos y trabajan más o menos-, el mensaje es claro: China no es una potencia económica mundial, sino la suma de 1.338 millones de personas relativamente pobres. La línea negra horizontal se ha fijado en nivel de la renta per cápita del habitante medio de China en 2007. Como dicha renta está expresada en términos reales, podemos ver que China está ahora como estaba Corea del Sur hace 20 años o como estaba España... ¡hace más de 40! Ni siquiera llega a superar en nigún momento la renta per cápita de Argentina en el período, uno de los países que menos ha crecido durante el último medio siglo.

Altas tasas de crecimiento con limitantes futuros

Es cierto que el país ha experimentado altas tasas de crecimiento real durante los últimos años, pero no hay nada de extraordinario en ello. China estaba absolutamente lejos de la frontera tecnológica, tanto productiva como institucionalmente. Con un mínimo de apertura exterior, trabajo duro -característica común a muchos países de cultura confucionista, aspecto correlacionado con el crecimiento, como documenta Sala i Martin- y seguridad jurídica en las inversiones era inevitable que experimentase un fenómeno de convergencia. Gran parte de la ganancia proviene del paso del campo a la ciudad; del paso de una renta agraria de subsistencia hacia el uso de maquinaria en la producción.

Pero este tipo de crecimiento tiene un límite, el que imponen los rendimientos marginales decrecientes en el uso de maquinaria: un trabajador no producirá el doble si tiene a su disposición dos máquinas de coser, sino lo mismo que producía con una. Mientras haya margen para la mecanización básica y población fluyendo del campo a la ciudad, China seguirá creciendo con fuerza, pues su renta media es aún baja. Pero ello no es suficiente para un crecimiento sostenido, que se basa en la productividad y en la innovación, algo difícil en el complicado entramado institucional de grandes empresas públicas y regulación de la vida económica.

En cuanto a la educación, aunque el esfuerzo ha sido importante, sus años medios de escolarización se encuentran aún lejos de niveles propios de los países desarrollados, como muestra el siguiente gráfico. La linea horizontal muestra de nuevo el nivel del último año, 2010 en este caso, equivalente a la que tenía Corea del Sur hace 30 años y todavía inferior a la de Estados Unidos en 1950.

Evolución de la escolarización media. Desigualdad entre campo y ciudad

Otra característica de la realidad social en China es el fuerte dualismo campo - ciudad. 712 milliones de personas (el 53%) viven en el campo y 622 millones (el 47%) en zonas urbanas en 2009, según el China Population Information Center. Como las medias de renta no son muy representativas en casos de distribuciones bimodales, separemos las dos chinas y repitamos el análisis de la renta per cápita. Hacemos una extrapolación gráfica sencilla a partir de los datos ofrecidos por Reuters en los que se observa un diferencial de ingresos campo - ciudad del 333%. Las diferencias son demoledoras:

PIBpc - China urbana vs China rural

La parte más desarrollada de China, la urbana, aún está muy lejos de referentes culturales muy próximos como Taiwán o Corea del Sur. La parte menos desarrollada, la rural, se encuentra en niveles de riqueza similares a los de Angola o la República del Congo, a pesar de sus desastrosos resultados de crecimiento durante la segunda mitad del S.XX.

Conclusiones

La evolución de China durante las últimas décadas no tiene ningún componente milagroso. Se trata del habitual paso del campo a la ciudad que sólo llama la atención por su volumen. Pero la renta en las ciudades y la educación todavía se encuentran muy lejos de países de su entorno con características similares, mientras que la China rural, más de 700 millones de personas, subsisten con rentas equivalentes a países del desastre humanitario del S.XX, África. A pesar de la pobreza generalizada en gran parte de la población, el país está sufragando con fines propagandísticos una serie de eventos e infraestructuras propias de países ricos: Juegos Olímpicos, Exposición Universal en Shanghái, red de trenes de alta velocidad, etc. Su modelo económico no tiene nada de extraordinario, y el país se enfrenta a fuertes limitantes en el medio plazo, una vez el trasvase de las zonas rurales a las urbanas se haya completado.

El crecimiento sostenido se basa en la educación, en la innovación y en la libertad de actuación de los agentes económicos, algo difícil hoy en día en un régimen todavía muy estatista. A todo ello hay que añadir una falta alarmante de derechos civiles y un alto nivel de censura y represión. Todo ello no quiere decir que China, por su tamaño y su posible desarrollo futuro, no vaya a jugar un papel principal en la economía mundial. Pero es necesario no perder la perspectiva y tener en cuenta que el crecimiento de China no ha sido ningún milagro y que, hoy por hoy, la situación del país es muy poco envidiable.

Un abrazo,

PD1: Modernización de un país:

Highways Above Villages Across China


Construction of the interstate expressway outside Lijiang, China. Source: Natalia Echeverri

In the last decade, China's fast-paced urbanization and construction boom has made a visible impact on its urban and rural landscapes. Cities have overtaken agricultural lands and greenfields. A monotony of residential slabs and a steady competition for uniquely shaped, ever-soaring towers perpetually remake skylines in every city.


Map of China's interstate expressway system (blue indicates completed sections, and red indicates those under construction). Source:
newgeography

Less visible, but just as dramatic, is the country's highway expansion. In 2011, China's intercity motorway system surpassed that of the United States to become the longest in the world. Remarkably, most of this 53,000-mile network has been built in the last 10 years. And it is ahead of schedule — the Chinese government has already met its goal for 2020. By comparison, the
57,000-mile U.S. highway system was largely built over the course of 30 years.


Interstate expressway west of Lijiang, China (above and below). Source: Google Earth



This rapid highway roll-out has enabled the expansion of cities and powered economic growth. It has also brought development to remote areas and increased the mobility of the country's migrant workers. Of course, road infrastructure always comes with environmental degradation, increased traffic and pollution.


Construction of an interstate expressway over villages in Yunnan Province, China (above and below). Source:
Skyscrapercity



On a recent trip through Yunnan, it was not uncommon to see entire mountainsides blasted away just to create a narrow perch for a new four-lane road. The vision of an endless thread of highway splitting the landscape no longer belongs just to the U.S. or Gernany. The Chinese versions take the uncompromisingly straight axis of high-speed travel to laser-like extremes. Topography is conquered by bride-to-tunnel-to-bridge sequences. A highway coming out of the mountains to cross agricultural plains floats on towering columns for miles, gradually descending to the villages on the valley floor.


Interstate expressway in Sichuan Province, China. Source: Skyscrapercity

PD2: Ya que estás con estas inversiones asiáticas, debes empollarte lo que se publique, no sólo lo que cuentan los periodistas occidentales…

Some Things You Should Know About China  

If all you know about China comes from PBoC and Central Government reports and analysts' financial statements, then you know very little about China or how it actually works.

I know it's tough to think about anything but the fast-melting ice cream cone that is Europe, but there are some things you should know about China. All the reassurances you've been reading about China's "soft landing" and its "they know what they're doing" central government are probably false. Here's why: very little in China is as it seems on the surface, or as it's presented to the Big Noses (Westerners). There are three reasons for this.

Before I explain, let me stipulate that I am not passing judgment on what's "good" or "bad" about China, or any other nation. Each country functions in its own peculiar way, and there are always productive and counterproductive elements to each nation's way of doing things. But it is important not to gloss over reality and accept illusion as truth.

1. Old cultures are far more opaque than young cultures. All sorts of traditions and foibles get embedded into the culture as time progresses, and these features manifest themselves in the economy, finance and the machinery of governance.

What this means is that it takes a lot of time to truly understand the inner workings of old cultures and their economies. Sure, you can get a report from the central bank, or buy a villa there, and make some superficial acquaintances. All these things will foster your hubris that you "really know" how the country works.

You don't, and you won't, until you've married into a family there, lived there for years, if not decades, and actually done business there, on the ground, with your own capital and contacts. If all you know about China comes from PBoC and Central Government reports and analysts' financial statements, then you know very little about China or how it actually works.

Quite frankly, you'd be better off going to the zoo with the proverbial dartboard and having the chimpanzees toss some darts at it; those prognostications will be equally valid, and you'll be outside in the fresh air (unless you're actually in China) instead of some glitzy dining room gorging yourself on yet another wasteful banquet.

The same is true of Italy, France, Greece, and many other old countries. The attitudes, governance and actual mechanics of the economy are not transparent in any of these old cultures. Take the television tax in France. If you don't know about it, and how it's evaded and grudgingly paid, then what do you know about how things actually work in France?

I once received an email from British reader who was outraged by my comments on black-market labor in France. He had a house in Brittany, and he knew the people, and there was no black market labor there. It took me a while to stop laughing, for this is the typical "visitor who thinks he's a real resident" syndrome which you find everywhere.

We all want to be insiders, of course, and we all want to be accepted by the locals. And so we construct a thin veneer of working knowledge and delude ourselves that we've "gone native" by defending our adopted land vigorously, lauding its ancient culture, and so on.

The new arrival falls in love, and their romance lasts from a few months to a few years. Eventually the way things actually work becomes evident, and start grinding away at the love affair. After a long time, the outsider-resident become cynical, or even bitter; what a bloody unholy mess this place is, beneath the phony surface sold to tourists. The 20-year resident listens with a wry smile to the newcomer gush over the ancient ways and glorious food, etc., but keeps his mouth shut. Why spoil romance? Reality will do so soon enough.

This is how you can live in, say, Japan, for twenty years, and be accepted--as a gaijin. Until you die or leave. In other words, you will never be accepted in the way you might hope. You will be accepted as part of the landscape, but you will never become Japanese. Being accepted is the sort of thing we expect as Americans, because America is a young country and being here and liking American sports, or reviling certain teams even if you are disinterested in the sport, is enough: hey, you're an American now.

Which brings us to point 2:

2. Immigrant nations require a certain level of functional transparency; if they lack this requisite level of transparency in how things actually work, then they quickly become two-tier societies and economies filled with the resentment of second-class citizens.

This is why old cultures have so much trouble with immigration, and why America is one of the more transparent places to live and work in the world. In the dynamic parts of the American landscape and economy, say Silicon Valley and similar hotbeds, then we've got places to go, things to do, people to see and wealth to create, and we don't have time or interest in explaining arcane cultural rules to a huge spectrum of people with a non-native grasp of English. So we keep things fairly transparent. Having a lot of tangled cultural anacronysms that have to be hidden lest "people get the wrong idea" (i.e. discover the truth) just gums things up and wastes time and money.

So we don't have much of that. Nobody cares where you're from, or what caste you are, or anything like that. As long as you do your work without being a real pain in the rear-end, are pleasant to your neighbors and workmates, keep your pitbull chained, etc., then you are good to go. Many if not most of the people you interact with also know English as a second language, and since that's burden enough for all of us, we dispense with all the insider stuff. America is on most levels a WYSIWYG culture: what you see is what you get.

Places like China and Japan are on the opposite end of the spectrum: they are not immigrant cultures. Very few nations have a culture that is adapted not to tradition and an opaque mindset but to getting on with immigrants from everywhere. This is one reason people want to come to America; they lose their baggage here and can be themselves, because nobody cares, we're busy with other things, and it doesn't take 15 years to figure out how things actually work here. If it did, the whole thing would grind to a halt and that would be really annoying.

In other words: I've got another meeting, so let's cut to the chase and get this done, OK? Talk to legal, talk to accounting, get it signed and do what you agreed to do. If you can't or don't, you're out and we're not interested in complicated nuances and back-door sub rosa stuff. Those are time-sinks and we're in a hurry here.

3. China, and other Asian cultures, are built around "face". This requires a public facade, to maintain face and cloak the private, back-door reality. In general, Asian people do not like criticizing their country, as this is experienced as a loss of face.

I cover this in my longish essay from 2005, China: An Interim Report: Its Economy, Ecology and Future.

Here's how "face" works. If you marry a "local" in China, Japan, Thailand, etc., then they will eventually, obliquely and with reluctance, tell you some of the unsavory details of how life actually works. Maybe. If they do, they will not like it if you repeat these "we lose face" realities to other Big Noses. You will have to do so in private, in a hushed voice.

As a result, there are always two doors in Asia: the front door, carefully arranged to present a face-enhancing image to the outside world, and the back door, where everything important actually takes place.

A typical front door in China is the banquet with the glad-handing mayor. The back door is for his mistress, the cash "commissions" from various deals and the cover-up of the face-damaging deaths in the local factory. Bad business, that; we lost face. Go take care of it with cash, threats, promises or whatever is required to bury it and restore face.

This is how you get top-ranked American officials who travel the world constantly, flitting from meeting to meeting, "getting down to business in heart-to-heart talks" (cynical guffaw), staying a night or two in a fancy resort or hotel, and then being whisked away to another country. (That's the burden of Empire; you have to fly a lot. On the plus side, you soon accumulate a list of amusing cocktail-party stories of quaint locals, strange foods and night-time visits to embassies in quasi-dangerous places.) If you live in D.C., you know lots of people like this. If you can brag about your multiple visits to Afghanistan, you might even be one.

But this sort of tourist-slash-water-carrier-for-the-Empire doesn't really know anything about the countries he or she lands in for "power lunches." They don't know the lingo, the geography, the history, the culture or what passes through the back door.

This is also how we get superficial opinions passed off as analysis. There is an amazing amount of claptrap written about China in the Western media, seemingly most of it by people who have never been there or visitors who have no contacts others than PR flacks, denizens of Shanghai bars or official handlers.

Take, for example, the constantly repeated idea that "China can easily keep its workforce busy on big infrastructure projects." That is repeated as if it was an undeniable truth.

Have any of the people repeating this as fact ever actually watched a building project under construction in China? Things are pretty efficient there, despite all those photos you've seen of thousands of peasants planting trees in the desert, etc. The number of people required to toss up a highrise is remarkably small. Given the workforce of hundreds of millions, even a thousand-kilometer rail line doesn't take that many workers.

Then there's the reality that all the low-hanging fruit of useful infrastructure has already been built. Now it's the really marginal stuff, classic malinvestment.

Then there's the reality that nothing gets maintained in China. A lot of new stuff gets built but nothing that's already built gets maintained. So all sorts of things start falling apart and stop working. The basic idea is that when it starts looking bad then we'll tear it down and build something new. That is a mindset built on limitless resources and money, neither of which is actually limitless.

The other opinion presented as fact is that China is transitioning from a "capital investment" economy to a consumer economy. The fact is that only 35% of the official economy is consumer-driven. But the other fact is that everybody who can afford anything in China already has it.

When I was there in 2000, there was already a glut of TVs. Our friend's amah already owns a car, and she isn't paid much even by Chinese standards. It sits in a garage, rarely taken out, because she doesn't really need a car; it's simply a status symbol. Everyone with enough money to do so has already bought a car.

As for real estate: Our friends' friends already owned three rental flats each five years ago. No-nothing Westerners mindlessly talk about the 700 million peasants who need housing, but this just reveals their bottomless ignorance. Chinese families were offered their own flats for a dirt-cheap price decades ago by the central government. Most families have owned their own flat (not the land, that's 100% government-owned) for years before the bubble.

The 700 million low-wage people in China might like a $200,000 flat, but they can't afford one. They're living on $13 a month in rural villages, or making a few hundred dollars a month in a factory or other low-wage position. Claiming that there is an endless demand for costly housing in China is like saying the demand for more McMansions is endless in the U.S. because 20 million poor people south of the border want a luxury home.

The reality is that everyone who could afford a flat in China already owns one, or two or three. Those who don't own one cannot buy one, not this year or next year or in ten years. Their income is 1/40th the cost of the flat, and the price of the flat dropping in half doesn't meaningfully change the equation.

Chinese consumers with money have already bought everything they could possibly want, and purchased Coach bags for their boss's wife (you can forget the promotion if you don't pony up a legitimate Coach bag for the Missus, or perhaps Number One mistress; be sure to include the receipt and official Coach bag to show it's legit).

Those without this kind of income have seen their purchasing power decimated by high inflation in essentials like food. To save face, the government issues statistics that "prove" inflation is dropping. This is as reliable as the bogus unemployment number in the U.S., you know, the one that keeps dropping because the government stops counting millions of people in the workforce, not because the number of people with real jobs is rising.

The only sources who actually know what's going on in China are in local government. Another fantasy Westerners lap up is that the central government actually knows what's going on, and even more laughable, knows how to "fix" everything. If you don't even know what's happening, how can you fix the problem?

Westerners also don't understand "corruption." They think in terms of bribes that could be suppressed by some new rules. That is beyond laughable, for corruption isn't bribes, it's the warp and woof of how things work in China. They don't understand that pirated goods are crushed by bulldozers for a show of face; nothing changes behind the facade presented for show.

There is a lot of anger and resentment in China, especially among young people. This will not go away because some new railway is built, or a new mall opens.

Occasionally a glimpse of the back door makes it into the mainstream media. Here are some recent examples worth reading:

Swimming Naked in China With the Chinese government tightening credit, the massive leakage from the formal banking sector into the 'shadow system' ultimately risks sinking the country's financial system.

Why We Should All Be Very Skeptical on China

And most importantly: Top of Chinese wealthy's wish list? To leave China

"Among the 20,000 Chinese with at least 100 million yuan ($15 million) in individual investment assets, 27 percent have already emigrated and 47 percent are considering it, according to a report by China Merchants Bank and U.S. consultants Bain & Co. published in April."

The Western resident of Beijing (married to a Chinese woman, with two children) who posted this on his blog added, "Everyone with money has a escape plan."

Here's a simple question for China bulls and all those writing about how infrastructure projects, an omniscient central government and rampant consumerism are going to keep China's growth engine humming for years to come: if the future's so bright, then why does everyone with money have a bug-out plan, two passports and a house in Vancouver, New York or Los Angeles?

If you can't answer that, then you need better sources.

PD3: Hoy, vísperas del puente, comparo otra vez a España con Grecia. No debería para no aguarte el puente, que viene aguadito…, pero mira lo que hemos hecho con la bolsa española: CAIDA DEL 50,58% EN LOS ULTIMOS 5 AÑOS…, mejor que la galleta del -85% que se da la bolsa de Atenas (rojo)

Hemos alcanzado los mínimos de 2009 y ahora falta por saber si seguiremos a Grecia en su hecatombe, o marcaremos diferencias…: Siempre hemos ido muy parejos, en los momentos buenos:

Hasta que se las metieron ellos…y se fueron a default…

Si les copiásemos, deberíamos caer hasta los 2.160 puntos el Ibex. Para razonártelo: el Ibex estaba en 14.403 el 23/4/07, justo hace 5 años. Desde entonces, el índice de Atenas ha bajado un 85%. Si le quitas un 85% a los 14.403 puntos equivale a los 2.160, que sería el mínimo del Ibex a alcanzar si la cosa se siguiera torciendo en los siguientes dos años…

Por eso, si te dicen que no hay posibilidad de nuevas caídas, no les oigas. Hay mucho riesgo de bajar otro montón mas. Hemos caído ya un 50% en estos últimos 5 años hasta los 7.000 puntos actuales. El problema es que podríamos llegar a ese mínimo de 2.160, lo que implica una caída desde los 7.000 puntos actuales de otro 69% más…¡qué dolor! No vende el que se sabe rico de siempre y sabe que puede aguantar. Erróneamente. Pero llegar a perder desde los 14.400 puntos a los 2.160 eso sí es lo que se llama ruina total… No esperes que puede ser peor. No hagas caso de los políticos, ni de los periodistas y vende. No lo dudes…, a pesar de que haya bajado ya un 50%

PD4: Un buen amigo ha estado en casa de la Madre Teresa en la India (beata Teresa de Calcula por Juan Pablo II).

Te copio sus vivencias por si te son de interés. Dudo mucho que ni tú ni yo seamos capaces de ir a vivir estas experiencias. Pero no está de más que las podamos disfrutar leyéndolas. Son largas e intensas, pero merecen la pena…

Preparando la arboladura

Aun me sorprendo del paso que voy a dar, no por extraordinario, que no lo es, si no por lo inesperado del mismo. A veces la vida te sorprende y te ofrece oportunidades que antes no contemplabas.

Miro para atrás, y pienso en los cambios que ha tenido mi vida en solo un año; nunca lo hubiese imaginado. Cierro los ojos y lo repaso, como tantas veces he hecho estos últimos meses... pero es algo que guardo solo para mí.

Y ahora, después de tantos años de trabajo, me encuentro con un futuro incierto, que no acabo de dibujar del todo, y al tiempo, un espacio, en calma, en el que preparar la arboladura para aprovechar ese viento de través que en su momento, sé que levantará.

Y así, doy comienzo a mi viaje, apenas 36 horas antes de tomar el avión con destino a la India, primera parada del mismo, donde, si el tiempo y las circunstancias me lo permiten, espero ir reflejando lo que la vida me vaya regalando, que, algo me dice, será mucho más de lo que yo le ofrezca...

Aterrizaje en la luna

Como el libro de Tintín, esto es como llegar a un nuevo mundo lleno de sorpresas...

Aterrizo en Calcuta a las 7:40 de la mañana, un día limpio, soleado y con una temperatura agradable.

Único escollo para adentrarme en tierra indómita: aduana. Me preguntan si llevo algo de carne, y yo con chorizo, jamón y otras viandas en la mochila, juro por mis muertos que no. No son muy rigurosos por estos lares, así que me creen sin siquiera pasar la mochila por el escáner; ¡libre!.

Después de cambiar lo mínimo en el aeropuerto, para aprovechar después el cambio en los locales de Sudder St, que es mucho mejor, tomo un taxi, y comienza según me subo uno de los recorridos en coche mas alucinantes de mi vida. En un destartalado modelo de los años 60, arrancamos a toda velocidad. Mi chofer, según pisa el acelerador, aprieta al unísono la bocina, que ya no deja de sonar de forma intermitente pero continua, hasta la llegada al hotel. Pero no es el único; se han puesto todos de acuerdo, y el concierto es espectacular. El grado de aviso o cabreo según el caso, depende solo de lo larga que sea la pitada, no de la existencia de la misma.

Me entra la risa, cuando ya muy avanzado el recorrido, en una calle sorprendentemente sin tráfico ni gente alguna (¿donde se ha metido todo el mundo?), la intensidad de los bocinazos no decae ni un ápice. Es como si fuesen ballenas piloto, que van cantando y emitiendo mientras nadan... Pero no hay solo coches, todo esta literalmente atiborrado, de motos, camiones, tuc-tucs (moto-carros), rickshaws (carros tirados por bicis o directamente por personas), y viandantes de todo tipo. Nos cruzamos con uno que se va lavando los dientes entre medias del caos y los pitos, y ni se inmuta; otro cruza con una bandeja en alto con lo que parece ser te, y todos le esquivan mientras tranquilamente el indocumentado llega al otro extremo, memorable, que campeón, yo ni me atrevería en aquellas circunstancias...


Gente lavándose en semi-cueros, sin ninguna vergüenza, en la misma calzada, aprovechando alguna boca de riego, otros montando tenderetes en los lugares más insospechados en medio del frenesí matinal... Todo el recorrido es una continuo de casuchas, negocios, gente en todas las direcciones, vacas, rebaños de cabras, vehículos, ruido, colores, olores, que no te da tiempo a registrar. Enciendo la cámara de fotos y cuando voy a sacar algo, surge otra cosa y vas saltando de hito en hito sin darme tiempo a decidirme... pienso si no hubiese sido buena idea traerme la de video para recogerlo todo... No será la última vez que lo piense, pero iba a ser un estorbo, y así lo decidí en su momento.

Llego al hotel, después de casi haber atropellado a 3 bicis y dos personas. No se cual será la estadística de mortalidad, probablemente la escondan... Según me cuentan, el gobierno indio quiere dar imagen de país moderno y miente en las estadísticas. Por ejemplo, la lepra esta oficialmente erradicada, y sin embargo en un par de días iremos a una leprosería que según me dicen, esta atestada...

En fin, el hotel, Ashree Guest House, deja bastante que desear, pero para caer rendido al final del día es suficiente. No da directamente a Sudder St. Si no a una paralela menos concurrida; mejor, así tendré menos ruido. La vista de mi habitación da a una calle secundaria, algo destartalada, como todas por otro lado, al fondo de la cual hay un edificio rojo que hace las veces de mezquita, una de tantas, y que más de una sorpresa me daría como más adelante contaré.

El precio de la habitación que me dijo María en España no es el que me cobran, y protesto por ello. El recepcionista, hombre de pocas luces, me dice que no hay otra habitación hasta la mañana siguiente, por lo que me tengo que quedar con esa. La mañana siguiente, al bajar a recepción, me encuentro delante de un alemán recién llegado, sin reserva alguna, al que le acababan de dar una habitación a un precio muy inferior al mío. Cuando pido mi cambio de habitación me indican que después de dársela al alemán ya no hay más... Así que monto un pollo espectacular, después del cual aparece una habitación por arte de magia, similar a la que ya tenía, bajándome el precio de 1.300 a 800 rupias la noche (de 19 a 11€), la única diferencia es que no tengo minibar, que por otro lado, en la primera habitación ni funcionaba... A otros que han venido después han tratado de darles gato por liebre, igual que a mi, y a varios les aviso a tiempo.

La ducha no es mas que un caño que sale de la pared del baño, pero suficiente para refrescarme y salir como nuevo después de un largo viaje, como compruebo al llegar. Ventilador en el techo, sin el cual moriría, tele que no he llegado a encender en toda mi estancia, suelos limpios, sin bichos. Perfecto.

Ya en la calle, me dirijo al Spanish bar, haciendo tiempo hasta las 15h, hora en la que me tengo que presentar en Sishu Bhavan, para el registro inicial de los cooperantes. Buscando algo que me quite el hambre... Hay que tener un cuidado extremo con lo que se come, por que cualquier cosa de lo que te ofrezcan en sitios dudosos (99 de cada 100), te puede destrozar el estómago y arruinarte unos días... hasta alguno de los que traía como recomendados (Blue Star Cafe), me dice una italiana que no lo pise, que varios de sus amigos están ahora maldiciéndolo, alguno en el hospital. Pero el Spanish Bar, parece que es de fiar, lo lleva un indio que habla fenomenal español. Según me cuentan, le enseño tanto a hablar como a cocinar una vasca que por aquí anduvo. Me tomo un gazpacho (muy bueno), un buen pincho de tortilla (6 sobre 10) y un jugo natural de naranja, y con eso tiro (80 rupias, 1,2 euros). No hay ni cerveza en la inmensa mayoría de los sitios, supongo que es cultural o religioso mas bien.
Paso un buen rato relajado, leyendo al aire libre, y mas tarde, decido encaminarme ya hacia Sishu Bhavan, pero será ya otro "post"...

Los niños de Antonio

Me salto el registro en Sishu Bayan, por que si lo cuento, no avanzo y ya llevo 3 días de retraso...

Así que me centro en el jueves 15, primer día "full" de mi periplo indiano, y primer día que con mucha pena, no puedo empezar mi colaboración, por que resulta que para las monjitas de la Caridad, el "día libre" o de descanso, ¡¡¡es el jueves frente al domingo!!! Así que a los voluntarios nos dan día libre. La razón no es otra que el carácter profundamente indio de la congregación, y en la India, en el hinduismo, parece que el jueves es el día santo de la semana. Para las "sisters", todos los días son santos, es impresionante ver como viven su fe en cada detalle del día, en su quehacer cotidiano; ya contare en otro post mi experiencia ayer en la leprosería con la hermana María Ruah, española; que grandeza, que autenticidad; un día increíble, inolvidable. Pero no me desvío que desvarío...

Es jueves 15, y quedo con Antonio Mesas, un amigo de María, que ha montado un dispensario y se ocupa de niños pequeños y de otros jóvenes, al otro lado del río. Fundación Ananta creo que se llama. Me invita a llevar a "mis niños" al zoo, y acepto encantado.

A las 8:30 de la mañana me recoge en persona en mi hotel, y nos vamos camino de su centro en una ambulancia algo destartalada, que le regalaron hace anos. Cruzamos el caos de Calcuta por la mañana, y atravesamos uno de sus grandes puentes, construido por los Brits, cuando esta ciudad era capital de la perla del imperio. La ciudad se despereza, y una horda ingente de personas de toda condición, viene camino del interior, cruzando los puentes, donde parece que no cabe un alfiler.

El tráfico no es tan endiablado como cabría esperar, ya que la inmensa mayoría de la gente no tiene vehículo, así que nos movemos, si bien, mezclados con la masa humana. Pitidos, todos, pero ningún grito, ningún insulto ni malas formas... yo estuve a punto de saltar en más de una ocasión, pero me mordí la lengua, iba a ser el único energúmeno levantando la voz, vaya espectáculo. Me comentan que hasta hace poco cuando un vehículo atropellaba a una persona, la gente quemaba el vehículo, castigando de alguna manera su alma por el daño hecho.

Llegamos al centro que gestiona Antonio, y ahí están, 40 niños, de 4 años o menos, con sus padres que vienen a dejarlos. Son todos del barrio, un barrio paupérrimo, donde poder dejar a tus hijos para buscarte la vida y ver si encuentras algo de comer, sabiendo que te los alimentan y están bien cuidados, es todo un lujo.


Antonio tiene la ilusión de montar una escuela, que acompañe los siguientes años al jardín de infancia que ahora tiene y de así recorrido a estos pobres chiquillos con un oscuro futuro. Hablamos varias veces a lo largo del día en como poder recaudar fondos en España para la Fundación Ananta, ya que todo lo que ha montado, sobrevive de donaciones particulares de España, y no es nada fácil, y ahí está él como un valiente, todo arrojo e ilusión, con 11 años a sus espaldas empujando con fe lo que tantos le decían que era una quimera... Antonio, otro grande.

Para ello, los dominicos (creo que eran), le han cedido un buen edificio, algo destartalado, que espera arreglar cuando consiga los 300.000 euros que el arreglo del mismo cuesta para abrir la escuela que contaba. El problema de Antonio es que la India está muy muy lejos, tanto geográficamente como mentalmente para España y los españoles; ¿que se nos ha perdido allí? ¿Quien ayudaría a Antonio? ¿Que empresa apostaría por patrocinar / subvencionar esta iniciativa?, si, muy difícil, veremos si se nos ocurre algo en el tiempo. Recuerdo ahora ese "Dios proveerá" que me dijo la hermana Blanca en Madrid...

Vuelvo a mi día; Los padres nos saludan juntando las manos cerca del corazón, "namasté" nos dicen,  y agachan la cabeza. Los niños son todo sonrisas, corren por doquier gritando Dada, Dada!! (algo así como "hermano mayor" creo) y se pelean por abrazar a Antonio, al que se ve que tienen un cariño enorme. Algunos son mas retraídos con nosotros, los nuevos (somos tres, Manuel, Fernando y yo), pero poco a poco se van soltando. Los zarandeo y los lanzo por el aire, mientras algún padre me mira con preocupación... "no se preocupe, que lo llevo haciendo con mis hijos desde el primer día, y aun no se me ha caído ninguno (aunque siempre hay una primera vez...)", como siempre, los niños hacen cola para que los lance a todos... así que empiezo a sudar por que son un montón, por lo que tengo que replegarme a la ambulancia buscando descanso... Además me da un latigazo en la espalda que llevo arrastrando desde Madrid; si es que estoy mayor y no quiero verlo...


Les han vestido a todos con el uniforme del centro, un pantaloncito rojo y un blusa o camisa con motivos de los saris. No consigo distinguir quien es niño o niña, todos llevan el pelo muy corto; algunas niñas llevan los ojos con un contorno negro muy marcado que destaca sus ojos, estilo indio, otras creo reconocerlas por los zapatos, brillantes, plata, oro... pero no las tengo todas conmigo...

Todo listo, nos vamos; los chicos suben a la ambulancia y otro vehiculo que hemos alquilado. Para muchos es la primera vez que suben a un automóvil, y su sorpresa y excitación es mayúscula. Vamos algo hacinados, yo voy delante, con el conductor, un niño entre las piernas y otro sentado en mi rodilla, vamos sin ningún peligro... y me preocupa, por que yo llevo cinturón de seguridad pero ellos no entran. Parece que el curso de recuperación de puntos de la semana pasada me ha concienciado... pero es lo que hay, ahí vamos.

Llegamos al Zoo y cuando bajamos y cruzamos la congestionada avenida, nos encontramos con que el Zoo esta ¡¡¡cerrado!!! No me lo podía creer... los enanitos no entienden que pasa; vuelta a los coches y cambio de planes, nos vamos a un parque. Cruzamos el río, y el en mismo margen del mismo nos aposentamos en un pequeño parque de atracciones que no esta operativo a esas horas (si es que alguna vez lo estuvo).

Los chicos ya saltan sobre nosotros, se suben, juegan, y todo son sonrisas. Tratamos de controlar que no se nos escapen. La verdad, son bastante mas educados que lo podríamos imaginar de un niño español. Todos atienden a la voz de un adulto sin rechistar, que guuusto... Les llevamos junto a una veranda que da al río, y se quedan extasiados mirándolo, durante minutos, no suelen salir del barrio, muchos no conocen más allá. Se suben a alguna que otra atracción cerrada o abandonada pero sin peligro, corren, saltan... lo normal.

Llega la hora de la comida. Ya llevan tiempo pidiendo "¡¡Dada, Kana!!" (hambre!!), ahora entiendo de donde viene eso de hambre Kanina... así que se dispone una esterilla en el suelo, se sientan todos alrededor, y los que no caben, en hojas de periódico habilitadas a modo de alfombrilla. Es sorprendente verles a todos sentados, todos hambrientos, repartimos los platos, y empezamos a servirles la comida, un buen bollo de pan, un huevo duro, un plátano y un dulce de la zona... sin decirles nada, ninguno, NINGUNO empieza hasta que no se reza. No hay peleas por la comida, todos comen ordenadamente, bastante en silencio.

Saco algunas fotos, entre otros a "soplillo", un chavalín con una cara de carcajada, no podía evitarlo. Muy gracioso.

Nosotros comemos lo mismo, solo que 2 huevos duros, como los hermanos Marx. Yo paso de los dulces, y cuando se los voy a dar al conductor o a una de las tres mujeres que nos acompañan, me dice Antonio que no lo haga, que es ofensivo hacerlo una vez empezado el plato, así que acaba en la basura.

Es sorprendente como el mundo de las castas esta presente hasta en el sitio más insospechado. De las tres mujeres que nos acompañan, una es profesora, 23 años, otra es cuidadora, algo mayor, y una tercera, simplemente es la que limpia a los niños, ya que ninguna de las otras dos los tocan cuando se hacen sus cosas encima; al fin y al cabo son niños probablemente de castas inferiores, y no se van a manchar con ellos. Sólo para eso está esta última mujer, una "intocable" supongo, es la única que toca la "caca" de los niños. No doy crédito, pero estoy en la India, y así es esto como tantas cosas que aprenderé después aun más sorprendentes.

Los enanos empiezan a dar síntomas de cansancio, alguno me tira del pantalón para que lo coja en brazos, y apoyando su cabecita en mi hombro se me duerme. Otro se apunta y ya llevo dos. Antonio también va cargando alguno, así que decidimos levantar el campo y poner rumbo al centro, al que llegamos sin problemas cruzando de nuevo el río por el inmenso puente, Old Bridge creo que se llama.

Ya en el centro, reparte Antonio un pequeño tetrabrick con jugo de mango que les encanta a todos. Veo como más de un niño se ha guardado el plátano de la comida y ahora hace lo propio con el zumo, probablemente para dárselo a sus hermanos o padres, que no sabemos si habrán comido. Me dejan de piedra... con esa edad, y ya son plenamente conscientes de la falta de comida en casa, de que hay que guardar para los suyos, que infancia. Asá que abro mi zumo, y después de darle un par de sorbos, se lo ofrezco a uno de los pequeños que guardaba el suyo. No os creáis que fue fácil convencerle; el sabía que no le tocaba el zumo, y no quería ni el mío, estaba bien aleccionado ("no te bebas el zumo" le habrán dicho). Pero a base de insistir, acaba probándolo y ya no hay mas reserva, le dura un suspiro. Eso si, el suyo lo tiene a buen recaudo.

Nos despedimos y volvemos al centro de Calcuta con Antonio para ayudarle a comparar un par de equipos de música para la leprosería de Shantinagar, de las hermanas de la Caridad, que tienen a 220 Km. de Calcuta. Son para poner música en los pabellones de enfermos. Mañana junto con un buen montón de medicinas nos vamos con Antonio y su ambulancia a visitarles, nos espera la hermana María Ruah, de la que Antonio me habla mucho, "te va a sorprender, no te imaginas que pedazo de mujer es", sin duda se quedó corto...

Tras cerrar la compra de los equipos, nos vamos a tomar un café en Park Street, algo así como la calle Serrano o Gran Vía, si es que hubiera que buscarle similar, difícil de encontrar por otro lado, y nos despedimos, que el jueves 16 hemos quedado a las 7 a.m. ya desayunados, en Casa Madre (Dios mío, aun no he hablado de Mother House....), para un viaje de cerca de 5 horas por sentido; promete ser un día intenso.

Vuelvo al hotel, me doy una buena ducha y decido quedarme leyendo el apasionante libro del Malichi Martin, pero a la tercera pagina no consigo sostener la vista, y caigo rendido, mañana será un gran día, seguro.

 

Un angel en la tierra (I )

Hemos quedado a las 7 a.m., desayunados, en Casa Madre. No he podido llegar a misa de 6 con las hermanas y los voluntarios. Ayer nos acostamos bien tarde y entre el casi inexistente colchón, el cambio de horario, las campanas de la torre del mercado, que suenan cada 15 minutos, y de guinda, el hijo de... del mujaidin, que empieza con su serenata a las 4 a.m., he dormido como un perro.

Salgo del mi cueva a las 6:40 y paso a recoger a Manuel Silvestre por su hotel, a escasos 200m del mío. Tiramos para Casa Madre, cruzando callejuelas que empiezan a despertarse, y se van llenando del género que cada uno va a vender. Nos pasan rebaños de cabras, bicicletas atestadas de gallinas que cocorean cabeza abajo; nos paramos a contar en una y nos salen unos 40 pollos; apenas se distingue al piloto. La carne llega también a los puestos desvencijados, y aunque pronto aun el día, las moscas parece que se la comen antes de haberlas siquiera colgado. No describo el cuchitril donde se vende, pero yo aquí sería vegetariano... Gente lavándose en la calzada, haciendo la colada, frituras de todo tipo para desayunar, mas olores que nunca antes había experimentado y que me costaría describir; algunos de los cuales podría partirse con un cuchillo, eso si, aserrando... con todo, es espectacular, subyugante, no deja de sorprenderte.

Lo peor, la basura. Se almacena cada 2 esquinas, en el suelo, y a lo largo del día va pasando distinta gente que la recoge y se la lleva a otra esquina donde van amontonándola. Ahí, por la mañana, campan a sus anchas enormes cuervos, verdaderas ratas del aire, a los que he visto atacar a perros que huían despavoridos. Junto a ellos, gente de todas las edades que rebusca en la basura y separa hasta lo inimaginable, si no es que la ves llevándose a la boca restos de comida que encuentran, que también. Es fuerte esta última imagen. Alguien me ha contado que hay un reciclado natural altísimo en la India, se aprovecha todo, TODO, doy fe. El vertedero queda casi "limpio" a media mañana, para ir llenándose de nuevo.

En fin, que me salgo del tema. Hoy iba a contar la escapada a la leprosería de Shantinagar. Llegamos andando a Casa Madre, unos 20 minutos desde mi cueva; entro a rezar unos minutos frente a la tumba de la Madre Teresa, que privilegio tenerla todos los días a mano... Salimos a las 7:30 finalmente, de Casa Madre; son 220 Km., y Antonio dice que sobre las 13:30 llegaremos; salen 6 horas, 35km/h.... mmmmm, mi media habitual en carretera. Somos 5 en la ambulancia, Antonio Mesas, Manuel Silvestre, Fernando López de Rego, el conductor y yo. La salida de Calcuta es relativamente buena, ya que nos cruzamos con las hordas de entrada, pero las sorteamos bien.

La carretera no esta mal; vamos en animada charla con Fernando, que está escribiendo un libro bastante novedoso sobre la Madre Teresa, de la que ya se ha contado casi todo. Pues él está cubriendo el "casi" que faltaba. Un hombre muy interesante y ameno. Gran parte del viaje es una autopista de 2 carriles, que me recuerda más a las carreteras previas a las autovías. Los bocinazos siguen también en estas rutas, saturadas de camiones que respetan bien poco. Adelantamos por el interior, por el exterior, por medio de la calzada, por la mediana o por el arcén, que mas da, Ole!. A estos los dejaba sin carné en un pispas y paralizaba el país. La conducción no es sencilla, pero llevamos conductor local, y se maneja. Decido no mirar más la carretera, que sea lo que Dios quiera. Me sigue preocupando la ambulancia en la que vamos, pero le he pedido a Madre Teresa que volvamos enteros y estoy seguro que cumple. Sólo hacemos una parada por el camino, en un bar de carretera, tipo chiringo, en el que no me compro nada. Hay un tipo con un tenderete fuera, que vende cocos, y le pido que me prepare uno, para beberme su agua, lo mejor... A Antonio se le ocurre ir al baño, y sale mareado del espectáculo del mismo; a quien se le ocurre... estas cosas, mejor "al aire".

La carretera "buena" termina y entramos en lo que llamaríamos comarcales, llenas de baches, dando unos saltos dentro de la ambulancia, en  algunos de los cuales, creemos volar dentro de  la misma y nos damos contra el techo. No se como no hemos partido el eje en más de una ocasión, debe ser de titanio con toda seguridad. No hay donde agarrarse; si bebes agua te calas entero, por que la botella vuela en el zarandeo, el aperitivo que llevábamos, se queda en la mochila. Algo me dice que si saco el cuchillo para untar el queso, seguro que se lo clavo a alguien, o me hago el harakiri; mejor no. Menos mal que aun en la "autopista" me dio tiempo a leerme unas breves paginas de un libro que da una pincelada sobre quien es la hermana María Ruah, a la que vamos a ver; tras leerlas mi interés crece exponencialmente. Estamos en mitad de ningún lado, campo, tierras de labor, algunas aun productivas, otras yermas, vacas escuálidas, poblachos mayormente destartalados. Y cuando creemos que aun nos queda una hora y nos miramos resignados, Antonio anuncia que ¡¡¡hemos llegado!!! Viejo truco ese de hacerte creer que es más largo el viaje para, finalmente, darte una alegría y bajarte encantado del vehiculo. Estamos en Shantinagar.

Nos abren la gran cancela, pasamos con nuestra ambulancia y entramos en otro mundo. Todos los lugares que regentan las Hermanas de la Caridad están impecables. Limpieza, paredes pintadas inmaculadas, el piso cuidado, plantas que acompañan los caminos, ventanas acristaladas, orden, disciplina, exigencia. Es un lugar de Dios y también debe parecerlo; un oasis en km y km a la redonda.

Nos reciben 2 hermanas indias, como son casi todas en la orden, y en cuanto se cruzan dos palabras con Antonio van raudas a buscar a la hermana María Ruah. Saltamos de la ambulancia como quien se escapa de la cárcel por un agujero, en tromba. Estoy por arrodillarme y besar el suelo. Gracias Madre Teresa, 50% de la petición cumplida, no te olvides de la vuelta, eh!

Y ahí viene sister María, andando desde el fondo de Shantinagar. Metro 75, corpulenta, segura en el andar, ágil, rápida, decidida, y sobre todo ello, una sonrisa de oreja a oreja y una mirada franca, noble, directa. Ya llegando abre los brazos a unos metros, parece que nos acoge a todos, y siento que así es. "Que bien que habéis llegado, ¿como os ha ido?" se interesa por todos y cada uno, nos presentan, nos damos la mano, y tienes la sensación de conocerla de siempre. Sus gestos, como se ríe, sin complejos, destila alegría en todo su hacer, te golpea con complicidad cuando haces un comentario que le hace gracia, te coge del brazo charlando, es entrañable y genera una empatía inmediata.
Tras descargar las cajas de medicinas que traemos y los dos equipos de música que compramos ayer, nos acompaña a un barracón donde más tarde, nos van a servir una comida. Nos refrescamos y lavamos un poco, y en unos minutos bajamos con ella al dispensario, donde estaba pasando consulta hasta nuestra llegada. Si, es una leprosería, pero hasta ahora nada despierta esos temores y tabúes que la enfermedad lleva asociados. Aparte de las hermanas, veo gente pulular por los distintos caminos, pero no se quienes son.

Ya en el dispensario, al aire libre, bajo un techito que nos protege del fuerte sol, se sienta la hermana y me pongo yo a su lado. Nos muestra los libros donde van apuntando las entradas de pacientes. No existe la informática en la congregación, todo a mano y con buena letra. Tenemos delante unas quince personas entre enfermos esperando y algún familiar que les acompañan. La hermana me muestra la lepra de uno de ellos, solo en el brazo afortunadamente. El susodicho es hijo de otro leproso bastante mas afectado, que le acompaña y al que ya le han hecho alguna amputación. Es muy habitual el contagio dentro de la familia, a pesar de la expulsión del leproso de la misma....
La lepra es una bacteria que se da en situaciones continuas muy insalubres, y se transmite por el aire. Donde y como vivirá esta gente... Veo las marcas, las ronchas, en otros la ausencia de dedos de los pies, de las manos. Algunos amputados, no se pudo salvar alguno de los miembros. Pero todo tranquilo, no hay lamentos ni dramas. La hermana apunta la entrada, la edad, desde ninos de 4 años veo apuntados, hasta la ancianidad, la lepra no distingue de edad, y en cuanto al sexo, ataca más a los hombres, apunta un primer diagnostico de la gravedad, desde cuando dicen que la padecen (algunos llegan ya tras mucho tiempo, muchos meses...). A todos los empiezan a tratar desde el primer día, con medicinas, hasta hace bien poco subvencionadas por el gobierno indio. Me enseña la hermana los "blisters" de medicinas que facilitaba el gobierno, por un año entero de tratamiento. Pero ya no, ya no hay apoyo, ya que el gobierno indio ha decidido que la lepra esta oficialmente erradicada de la India. Y ¿quienes son estos impostores? sólo en Shantinagar hay cerca de 400, y son de los alrededores... debe haber cientos de miles, si no millones en la India.

To be continued - Me voy a tomar un gran Gintonic al Oberoi con Manuel. Hotel de época colonial en el que te tratan como si fueras Lord Mountbatten. Es mi capricho de la semana. Mañana sigo.

Un angel en la tierra (II)

El drama de la lepra es tremendo, y más aun en un país como la India, donde el sistema de castas no hace si no agravarlo aun más. Lo primero que ocurre cuando alguien tiene lepra es que se le expulsa de casa, se le echa para que literalmente muera en a la calle. Como nos cuenta la hermana María Ruah, cuando una persona echa a un familiar, sabe que lo echa a morir, por que un leproso no puede trabajar, ni tiene dinero, ni le van a dar de comer, ni le van a abrir ninguna puerta ni ventana. El rechazo es ABSOLUTO.

Nos cuenta la hermana como en una visita a una enferma de lepra en Shantinagar, su familia le gritaba (si, gritaba), "¿por que no te mueres?", "¡¡¡muérete!!!"; me quedo helado imaginándome la escena. Es más normal de lo que creemos dice ella, y es consecuencia de la falta de amor en la familia India. Los matrimonios son acordados, y es un contrato que cuando una de las partes incumple su función, simplemente se borra, más aun en estos estratos sociales o castas inferiores. Y es lo que ocurría en este caso, la mujer, madre de familia, había perdido con la lepra su razón de existir en la familia y era simple y llanamente un estorbo para todos, era necesaria su muerte para que el padre pueda buscar de nuevo el equilibrio con otra mujer, dedicarse a trabajar y ella a cuidar de la casa, en el mejor de los casos.

No existe el concepto cristiano de la caridad en esta sociedad de castas, los indios no son NADA solidarios nos cuenta María, y en los muy escasos casos en los que lo son, lo son únicamente con los de su casta. No me lo tenía que decir la hermana, ya lo he ido viendo, con los niños de Antonio el otro día, y en los centros de la madre Teresa, de los que ya hablaré. Aun así, los leprosos quedan en un nivel aun más despreciable imaginable, fuera de todas las castas, están excluidos, no existen, como dice el gobierno Indio, aunque ahí estén.
Pero como dice la hermana María, "no tendrán manos, no tendrán pies, tal vez ni brazos o piernas, serán deformes, pero tienen un corazón enorme, enorme". Como les trata, hay que verlo, con que humanidad, cariño, cercanía... tratan de besarle las manos a cada paso, pero ella rechaza con naturalidad. Me pregunto si hay que caer tan bajo para de repente valorar lo que significa una caricia una entrega desinteresada como ellos ven en las hermanas. Les causa estupor; no les entra en la cabeza que un BLANCO siquiera se acerque a ellos, no solo no les rechace, si no que los acoja, les toque, cuando nadie de su mundo, ni los suyos ni los otros lo hacen, ¡¡nadie!!

Nos ven a nosotros, que simplemente estamos de visita, y se inclinan con unas reverencias, saludan agradecidos de nuestra presencia. Lógicamente no hacen ademán alguno de tocarnos. Nos sacamos Fernando y yo unas fotos con dos leprosas, con muñones por pies, y tal vez algún dedo en alguna mano, y les pasamos el brazo por la espalda, ya nos ha dicho la hermana que no pasa nada. Ellas son todo sonrisa. Fernando les dice en español que parecen unas chicas de Bollybood (la industria del cine de Bombay), y una de ellas, me cuenta después Fernando, parece que le ha dado un pellizco ¡¡en el trasero!! Como nos reímos.

Llevamos los equipos de música que hemos traído a los barracones, y vemos como montarlos mejor. Los probamos y se quedan atónitos con la música de Mozart. Falta cable, así que tras dar instrucciones a un chico que hace las veces de chapucillas, lo dejamos. Al salir, Antonio se cruza con un ex-leproso del que fue padrino de bodas hace un par de años. Veo como le da un buen billete a escondidas sin que lo vea la hermana, al fin y al cabo es su padrino de bodas. El ex leproso insiste en que vayamos a su casa y nos presente a su mujer e hijos. Fuera del centro se ha formado una colonia de ex-leprosos. Sencillamente, una vez curados, la sociedad sigue sin querer ni verlos, les rechaza como a la peste, como a la lepra. Nadie va a contratar a un ex-leproso, ya caíste en el pozo negro y de ahí no se sale. Así que se han asentado alrededor de Shantinagar, y van montando su vida como pueden. Las hermanas de la Caridad ayudan, construyen cabañas salubres, dan clases, facilitan tierras para el campo, tratan de hacerles prosperar, aunque no es fácil. Nos comenta la hermana María Ruah que hay una resignación extrema a su condición, de la que muchas veces, sorprendentemente, no quieren salir aunque se les ofrezca la oportunidad.

Llegamos con María a casa del prohijado de Antonio, apenas 2 habitaciones, pero muy digna. Nos recibe su mujer, muy guapa, muy dulce, con tres hijos. Nos descalzamos y besan los pies al entrar. A esta mujer, que nunca fue leprosa, la buscó en su día la hermana María para Hashid (creo que se llama el marido), y aun siendo él ex-leproso, ella aceptó casarse, por ser la hermana quien gestionaba el matrimonio. Nos canta una canción de bienvenida, que acaba convirtiéndose en 3 o 4 más. Nos enseña las fotos de la boda, con la hermana María de madrina y Antonio de padrino. Nos despedimos agradecidos de la acogida y sencillez de esta gente.

Ya sentados con la hermana María, y Fernando aprovecha para ir haciéndole preguntas para su libro, al final en la conversación entramos todos por que la hermana nos va fascinando con su historia, con su simplicidad y su grandeza. Una mujer, que vivía en Madrid, que lo pasaba en grande, con novio, amigos, estudios... que jamás se planteó ser monja, ni tenía interés especial alguno por los pobres, y tras una serie de casualidades, y una llamada, una "iluminación" un Sábado Santo, deja todo por entregarse al Señor, y decide  que quiere ser misionera de la Caridad, orden de la que poco o nada sabía antes. Se enamora literalmente del Señor. Y como nos cuenta la hermana María, el día de su confirmación personal, el día que vio colmado el paso que en su día había dado, el día que se inundó plenamente de felicidad como nunca antes le había pasado, fue cuando llega a la leprosería de Shantinagar, el día que llamando alguien a la puerta una noche, abre ella y se encuentra a un hombre derrumbado, llorando, diciendo que tiene lepra y que no tiene donde ir, que le han echado de todos lados, y ella responde "entra, acabas de llegar a tu casa". Desde entonces dice ser la mujer más feliz sobre la tierra. La hermana María Ruah, una mujer elegida por Dios en las más difíciles circunstancias de los leprosos; un ángel en la tierra.

Y es que la vida está impregnada de la providencia divina. De otra forma, la vida seria una humillación, una broma macabra para todo aquel lo suficientemente estúpido como para poseer esperanza.

Me guardo mil anécdotas con la hermana, comentarios, opiniones..., tal vez más adelante lo escriba. Solo hay un secreto, como dice la hermana María, un secreto a voces por que nos lo viene repitiendo el Señor en todo el evangelio, "lo que hagáis a uno de estos, me lo hacéis a mi", y en esa fe enorme, María ve a su esposo Jesús, en cada herida, en cada enfermo, y les quiere y les cuida como si fueran el mismo Señor...

Nos volvemos en nuestra ambulancia, con Antonio; Fernando, Manuel y yo, que no conocíamos a la hermana, agradecidos y convencidos de haber compartido el día con una Santa.

 

Casa Madre

Hoy madrugo un poco más, apenas una hora. Las 5:15, tiempo suficiente para una ducha, ordenar los aperos, mochila al hombro y 20 minutos de paseo hacia Casa Madre. La misa empieza a las 6, y cierran las puertas puntuales para que todas las hermanas puedan asistir, así que no nos podemos retrasar o nos quedaremos fuera hasta las 7 que vuelven a abrir ya para el desayuno.

Salgo de mi Guest House, nadie aun en la calle; camino con cuidado de no pisar a mas de uno de los tantos que simplemente duermen en el suelo, otro, debajo de su rickshaw, con apenas unas hojas de periódico a modo de colchón / aislante. La ciudad aun bastante dormida, va amaneciendo con la luz del día.

Entro en Casa Madre, un edificio blanco, sencillo, de unas 4 plantas con un patio interior, sede central de la orden, donde vivía la madre Teresa. Un pequeño letrero en el zaguán indica "Mother Teresa in/out", que servia para indicar si estaba la madre en casa o no. El cartel sigue ahí, como recuerdo, marcando el "IN", ya que la madre descansa en la misma.

Saludo a la hermana que cuida la puerta, paso junto a la sala donde esta la tumba de la Madre Teresa, en la planta baja, a la que no se puede acceder hasta después de la misa. Subo raudo las escaleras, y ya en el primer piso, me descalzo para entrar en la capilla, una gran sala rectangular de unos 30x12m, con 6 ventanas a la calle, y apenas una sencilla talla de un Cristo en un hueco entre las ventanas, una imagen de la virgen, y una figura a tamaño natural de la madre Teresa, sentada, rezando en la postura habitual de las hermanas, que se confunde con estas, ya que todas están esperando que comience la misa; 5 o 6 bancos en un extremo para los voluntarios con un ventilador para aplacar nuestro calor, cada día mayor...

Debemos ser unos 30 voluntarios, de todas las nacionalidades, aunque parecen destacar los japoneses, simplemente por que se distinguen físicamente del resto. Es curioso, como vienen estos últimos a misa, cuando no son católicos. Atienden con respeto, siguen a las hermanas según se sientan o levantan. Cualquiera es bienvenido en Casa Madre, sea de la religión que sea, pero las hermanas han tenido que colgar un mensaje "comunión solo para los católicos", pues parece que mas de uno se ha aventurado mas allá de lo debido...

Da comienzo la misa a las 6 en punto, y el exterior aun esta tranquilo, pero a medida que corre  el tiempo, el ruido del trafico exterior, que se cuela por las ventanas, se va transformando en un sonido cada vez mas atronador, que lleva al sacerdote a detener su voz cuando algún camión o autobús ruge demasiado, para continuar una vez este parece que se ha alejado.

La misa dura una hora, y es un gusto compartirla con la sencillez y recogimiento de las hermanas. Es una gran forma de comenzar el día. Suele variar con frecuencia el sacerdote oficiante, ya que tienen visita de padres de todas las órdenes...

El primer día de mi llegada, en el que tras mi registro como voluntario me acerque a conocer la Casa Madre, pude rezar por primera vez delante de la tumba de la madre Teresa. Y ahí, me encuentro con un sacerdote español oficiando misa un lado de la sala, sin más compañía que una sola hermana, que estaba precisamente para eso, para que la misa fuese acompañada al menos por una persona, así que me uno a ellos y aprovecho para cumplir con mi promesa con un buen amigo, así como pedir por tantos y tantas cosas que llevo en "mi lista", que si algo, no es corta... Y es que todos los sacerdotes que vienen quieren oficiar una misa, delante si es posible de la madre Teresa...

Al terminar la misa, las hermanas aun se quedan un rato cantando, y ya sobre las 7 nos dirigimos los voluntarios al piso bajo, donde las hermanas nos preparan un sencillo desayuno, te con leche, pan de molde y un plátano. Corren en la sala de los voluntarios idiomas de todo el mundo, español (mayoritario), francés, inglés, japonés, coreano, italiano, reflejo de un mismo sentir entre todos los presentes.

A medida que pasan los días, vas reconociendo todas las caras. Hay oportunidad para saludar a todo el mundo en la media hora de desayuno, de charlar, de cambiar impresiones. ¿Cuando llegaste? ¿Cuanto tiempo estás? ¿Por que viniste? ¿A que centro vas como voluntario? ¿Donde te hospedas?...  te das cuenta que las razones e inquietudes son muy similares. Todos buscan algo, nuevas experiencias, encontrarse a uno mismo, un sentido a su vida, una razón para creer, felicidad para vivir...

Todos los días se van voluntarios, al igual que otros llegan, es una rueda imparable, y a todos se les despide cantando, todos los voluntarios juntos, como una familia "we miss you miss you miss you...". Ayer se emocionaba una japonesa a la que yo había bautizado como Picachu y ella a mi como Picasso; no paraba de llorar, extraño entre japos esa emotividad.

Al terminar el desayuno, una d las hermanas da los avisos en ingles y en español. Es sorprendente el peso que tienen los españoles como voluntarios, el resto de extranjeros se sorprende a su vez, pero es que somos legión y especialmente valorados por las "sisters", algo bueno debemos tener. Se forman grupos en función del destino elegido por cada uno. Yo voy por las mañanas a Pren Dam, un centro de adultos enfermos. Antes de salir, entro en la tumba de la Madre Teresa y en un vuelo, me acuerdo de todos los míos, y así le pido a la madre, además de que me de fortaleza en mi primer día, no se a que me voy a enfrentar, y si es algo fuerte, que lo afronte con entereza.

Y ya con mis compañeros, que como yo han elegido Pren Dam, nos encaminamos a pie en amena charla; son 20 minutos desde Casa Madre, que de nuevo pasan volando, fijándonos en todo el despertar ya evidente de la ciudad.

 

Una sonrisa como moneda de cambio (I)

Este post va a ser largo... por que el día lo fue y si escribo este blog, es también para recordarlo yo mas adelante, asi que lo voy a dividir en 2, por la mañana Pren Dam, y por la tarde Kaligat; dos pedazo de experiencias.

Son las 6:40, vamos camino de Pren Dam ("regalo de amor" en bengalí, algo cursi, si), centro en el que se encuentran mas de 400 hombres y mujeres, adultos, con serios problemas físicos, y gran parte de ellos con problemas mentales. Para llegar desde Casa Madre recorremos callejuelas inmundas, con el tráfico creciente, ya frenético en las avenidas que también cruzamos, el ruido penetrante e incómodo, el inconfundible olor de las mañanas, a goma quemada, a comida, a orines y basura, la suciedad que parece tomar cada esquina, niños y niñas con sus uniformes, camino del colegio, gente de cualquier edad que toman su primer baño del día, mujeres volcadas en la colada mañanera, en la misma acera, comercios preparando febrilmente todo lo necesario para conseguir la atención de los compradores, vitalidad, colores, la sorprendente cotidianeidad de la vida.

Ya llegando, cruzamos la vía del tren de la estación de Park Circus, donde en la misma montan un mercado de frutas y verduras, que retiran rápidamente cuando se acerca el tren, para montarlo a renglón seguido; hay tanta gente que no ves siquiera la vía. Hoy me contaban de un accidente de un voluntario cruzando la vía a pie, entre la literal marabunta de locales, tras el cual las hermanas han recomendado tomar un paso elevado cercano.

Llegamos a Pren Dam sobre las 8, donde nos franquean la puerta pidiéndonos la acreditación que en su día nos dieron en el registro, medida de seguridad. Una vez en el interior, las mujeres se dirigen al edificio de mujeres, y los hombres hacemos lo propio. Ya no nos veremos hasta las 10:30 donde disfrutaremos de media hora juntos para tomar un te con galletas, y comentar la mañana.

No veo apenas mujeres, como por otro lado es normal en Calcuta, sobre todo en barrios musulmanes. En la calle, el 80% de la gente son hombres. Las mujeres deben permanecer en su "casa", y lo pongo entre comillas, por que seria bueno definir el concepto "casa"... Pues igual parece que es en Pren Dam, ya que los hombres gozan de un gran patio para su disfrute, pero las mujeres están todas bajo techo, y apenas las distingo entre las ventanas con rejas.

Atravieso en patio, y miro de refilón al largo numero de pacientes (como les llaman), que se sientan de forma desordenada a lo largo de los muretes que rodean el patio, aun no quiero interactuar con ellos, antes necesito enterarme de que va esto. El sol va apretando y cada día lo llevo peor; las noticias dicen que la temperatura sube a un ritmo de entre 1 y 2 grados al día... Algunos descansan bajo la sombra de alguno de los pocos árboles que hay; los mas, aceptan sin problemas el sol abrasador.

Mi primer dia, soy un novato, así que sigo como un autómata a otros voluntarios que ya conocen la agenda. En una habitación que nos habilitan dejamos nuestras cosas y nos dirigimos en primer lugar a la azotea, donde no hace más que llegar grandes cubos con la colada, para escurrir y colgar; abajo otro grupo lava previamente la misma. Ahí pasamos cerca de 45 minutos, escurriendo, retorciendo y colgando la ropa, y acabas sudando un rato largo.

Según bajamos, toca limpiar la zona de lavado, los suelos, los bargueños (no hay lavadoras), donde han lavado la ropa otros voluntarios. Tú eliges en cada momento que haces. Si quieres te involucras mas o si quieres te puedes literalmente escaquear de todo, nadie te va a decir nada. Pero la verdad, venir aquí para escabullirse es un sinsentido.

Llega el desayuno; los pacientes se van acercando lentamente y forman filas, sentados en el suelo, al aire libre la mayoría, otros pocos se han quedado en el murete. En el interior, en la gran habitación donde duermen todos, apenas quedan 6 o 7 que no tienen fuerzas para levantarse, y mas al fondo, hay otra habitación con 6 camas, donde se ubican los que están ya muy muy perjudicados. Llegan los "workers" con 2 grandes peroles, se sirve el desayuno junto con un vaso de "pani" (agua), y lo repartimos entre todos. Comen con las manos, como se come en gran parte de Asia. Algunos se lo tiran todo encima, otros son capaces de acabar, y a otros a su vez hay que dárselo por que son totalmente incapaces.

A medida que pasas por todos ellos, vas percatándote del estado de situación. La miseria física es la norma general, si bien por la tarde la vería aun mas aguda. La variedad es enorme. Hay mutilados, deformes (los pies, las piernas, las manos, la cabeza), dañados de todo tipo y en cualquier parte del cuerpo, la mayoría con serios danos cerebrales, causados por enfermedades, accidentes, maltratos, sus miradas perdidas, tics y temblores de todo tipo. Muchos apenas andan, y tienes que llevarles del brazo para alcanzar la zona de desayuno, o su cama, o el baño. Los hay que aguantan la postura y permanecen sentados, muchos no pueden hacerlo y están tirados, en el suelo, o doblados sobre si mismos en posturas complicadas. Algunos con infecciones, que les llega a cubrir en algún caso todo el cuerpo; desdentados, quemados... En fin, la lista es interminable, supongo que lo esperable. Reflejan una gran soledad, un enorme abandono, solo mitigado por el cuidado y cariño de las hermanas, en este mundo que han construido para ellos, y que es un pequeño oasis en su desesperación. Pensando en tantos como ellos que están fuera de estas paredes, en la dura realidad de esta ciudad, de la India, mas allá de las estadísticas que todo lo tapan, los de aquí dentro, por duro que parezca son unos privilegiados frente a los primeros, que son legión. ¿Y yo? sobran las palabras.

Después del desayuno, vuelven a su lugar, donde pasan el tiempo sentados, sin grandes conversaciones por que muchos ni pueden hablar o solo emiten ruidos. Toca ahora limpiar y lavar el desayuno, platos, vasos, y todo lo que queda por el suelo. Los japos son muy válidos para este trabajo.

Tenia cierto temor a que lo que me encontrara me fuera a causar un shock, pero me siento muy tranquilo. Los "petients" te saludan respetuosamente, o como ya había visto antes, te besan las manos, o se llevan tu mano a su frente en señal de agradecimiento. Hablo con Javi, un camarero del campo de golf de la Federación en Madrid, que viene 3 meses todos los anos, muy buena gente, y me da unas primeras pistas. Charlo después con Helmut, un alemán de 75 años que yo creía médico por sus consejos, pero que todo es voluntad y sentido común, es el perro viejo del lugar.

Entre ambos me orientan y ya en este primer día decido como actuar. Así que me voy a dedicar más a la relación y cuidado de los enfermos que a la intendencia. En lugar de lavar suelos, hacer colada y lavar los platos, me voy a dedicar a estar con los enfermos. No es escaqueo, es que los japos precisamente patinan en la relación emocional, y una vez terminan la limpieza, les ves por lo general algo perdidos, sin saber que hacer, sentados o deambulando sin decidirse, y sin embargo se organizan muy bien para limpiezas y otras similares. Así que zapatero a tus zapatos.

Le pido a Helmut que lleva varios meses, que me recomiende de quien ocuparme, quien necesita de nosotros, y que necesita cada uno, y es que esta lleno de ellos, no llegamos. Me centro principalmente en 4 o 5 pacientes, sobre los que Helmut me dice que hacer, y a los que voy a seguir todos los días. Unos para obligarles a pasear, que lo necesitan para su recuperación y si no lo hacen se van apagando en lugar de mejorar. A otros les pongo aceite (de oliva!) que me pasa Helmut sobre una piel absolutamente cuarteada; el estado de los pies suele ser indescriptible. Masajes en ciertas articulaciones u obligarle a hacer ejercicios con un brazo o mano atrofiados. Un tercero al que simplemente acompaño a su cama tras el desayuno, y que a 200 metros por hora de velocidad media, me lleva un buen rato acostar; el hombre no habla, lleva la sonda de sus cosas en su mano, y rompe a llorar cada 2 minutos; tengo la sensación de que se siente impotente, acabado por su estado, por que apenas debe ser hoy una caricatura de lo que parece fue en su día. Nada especialmente complicado. Estar ahí, hacerles compañía, que no se sientan solos, ayudarles en lo que podamos.

Una de las cosas que les gusta es que les afeiten, y forman una cola todos los días; siempre hay uno o dos voluntarios afeitándoles, como Bruno, un simpático italiano de Udine y otro español del que no recuerdo el nombre pero que parecía barbero profesional. Me había traído de España espuma y una buena cantidad de cuchillas de afeitar, esperando dedicarme al arte de Fígaro, pero he decidido dárselas a las hermanas y que otros como Bruno afeiten; me quitaría demasiado tiempo...

 

Una sonrisa como moneda de cambio (II)

Salgo de Sudder St. a las 14:30, media hora para llegar a Kaligat, que hoy es simplemente un barracón en el mismo Pren Dam, ya que el autentico Kaligat se encuentra en obras  y hasta noviembre no estará listo.

Bajo Sudder St., giro a la derecha en los bomberos, y tras avanzar un par de calles, me paro en un cruce concurrido para tratar de tomar un auto-rickshaw, un simple motocarro, en el que suben a veces hasta 7 personas. Hay que verlo para creerlo. Van circulando como locos, haciendo todo tipo de cabriolas por la calle, sin orden ni concierto, en cualquier dirección. Suben y bajan a gente durante todo el trayecto, de forma indiscriminada, así que simplemente tu destino debe estar de camino del mas lejano. Se acercan con sus peculiares incansables bocinazos, les gritas el destino y si les encaja, paran para que te subas casi en marcha. Muy barato, también peligroso, y fascinante a su vez, ¿y que no lo es en esta ciudad?

Tras 15 o 20 minutos me deja en "4 bridge", donde tras cruzar un Slum (barrio de chabolas) espectacular, cubro a pie el ultimo medio km que me separa de la puerta de PrenDam y Kaligat. La rutina es similar a la de Pren Dam, si bien el entorno es muy distinto, y el numero de voluntarios también. Si por la mañana somos unos 20 en Pren Dam, hoy solo éramos 5 en Kaligat.

Se supone que Kaligat es el centro para los moribundos, para los desahuciados, y si, desahuciados todos, moribundos gracias a Dios, no tantos, aunque varios al primer vitazo. Van vestidos de forma distinta a los de Pren Dam, ya que en Kaligat llevan un mismo uniforme, supongo para identificarlos cuando alguno inesperadamente se escapa y se mezcla con los de Pren Dam.

Viven prácticamente entre 2 grandes habitaciones de unas 20 camas cada una, en 2 hileras, y un porche fuera de las mismas. La mayor parte del tiempo están tumbados, y no voy a entrar a describirlos mas allá de lo que hice con los de Pren Dam, pero estos simplemente los ves ya irrecuperables, idos, perdidos, incapaces. De vez en cuando te cruzas la mirada con alguno que aun mantiene parte de la sesera en su sitio, y te das cuenta de lo aislado y asustado que esta en esa locura.

Al ser muchos menos, nos toca hacer de todo, trabajar de lo lindo. Alguien me había dicho que esto iba de coger la mano al enfermo y acompañarle...  que seria mucho mas tranquilo y llevadero que Pren Dam, pero desde luego mi aterrizaje el primer día fue muy otro... Era un día que, por no se que razón, no habían venido los workers, que muchas veces se ocupan de las situaciones mas fuerte. Así que una de las sisters, nos coge a Donald (irlandés de unos 35 anos), y a mi, y nos pide que nos ocupemos de; cuarto de lavado.

Al entrar me encuentro una montaña enorme de ropa literalmente cubierta de m... de todos los colores y texturas, temperaturas... no sigo. El olor casi me tumba. Asi que vuelvo decidido sobre mis pasos "¡sister! ¡¡sisteeeer!! ¿Donde narices hay una manguera? -no manguera young man, here is a brush (cepillo de mano)" y desaparece... wwwhhhaaaatttt??? Nos miramos Donald y yo... ufff, me pongo un delantal tratando de pensar que paso siguiente voy a dar, y es que me siento como el ahorcado al que le toca subir los peldaños para su ajusticiamiento final; no way out... Aquí si que me calzo unos guantes que veo colgados, anda si son rosas!, mira que monos... me acuerdo de Santi y Pablete, ellos saben bien por que, y me sonrío.

Pensamos Donald y yo en como afrontar el reto, y se me ocurre coger cubos y lanzarlos desde lo mas alto que podamos para que con el golpe, el agua con su fuerza vaya separando el polvo de la paja, por decirlo de alguna manera. Por cierto, solo hay agua fría. Así lo hacemos, cubazo para aquí, cubazo para allá, ¡¡cuidado que me salpica!!, ¡¡no lo lances en mi dreccion!!! joderrr que me ha saltado a la cara no se que... ¡¡malditos guantes pero si están rotos!!! Se me ha metido todo por dentro...aarrgghh... Así no voy a ningún lado. Decido poner la mente en estado de muerte clínica, encefalograma plano, ya nada me afecta, nada siento ni padezco... levito, no toco el suelo... he alcanzado el karma por autosugestión inducida por la mierda, o tal vez ¿me he vuelto místico?... hoy de vuelta a casa, me comprare un litro de lejía y me la beberé para limpiarme por dentro.

Llevamos 45 minutos, sudo lo que no esta en los escritos, me caen los goterones como un chorro, no puedo beber este agua, me destrozaría el estómago, y mi botella esta muy lejos... les vamos tirando la ropa ya "saneada" a 2 japonesas que tan monas están sentadas frente a sendos bargueños, uno con jabón y otro con agua clara para eso, para aclarar. No se por que, pero me apetece meterles la cabeza en los mismos hasta que dejen de moverse, pero me digo, "no brother, no has venido para eso...", y tras soltar una carcajada que Donald ni entiende ni le explico, vuelvo a mi levitación mística. Las japs hacen su labor en animada charla. Donald y yo no hablamos, ni cantamos, ni silbamos, solo nos miramos, y con la mirada nos damos instrucciones el uno al otro según la situación, la sorpresa que nos encontramos al levantar otra prenda y descubrir debajo... ¡¡¡mas maderaaa!!!; la complicidad en estos casos es total, queremos hacerlo bien y rápido para salir de aquí, así que en equipo. Esto es como la mili (que por cierto nunca he hecho), pero tras este feliz evento, hay una hermandad entre los dos más que evidente en los desayunos mañaneros en Casa Madre.

Terminada la faena, y nunca mejor dicho, me voy como alma que lleva el diablo a buscar el jabón más potente que tengan las hermanas. Me dan uno que huele a hospital, debe ser bueno. Froto manos, brazos, me quito el polo y meto la cabeza también  bajo del grifo. Mis zapatillas son de susto y el pantalón está calado y manchado no-se-de-que casi hasta la cintura. Me tiraría a una piscina ahora mismo, pagaría 10.000 rupias... Tras unos minutos debajo de un ventilador de techo, y atacar con fruición la botella de agua que muere sin remisión, decido seguir adelante. Toca dar de comer, limpiar después platos, acostar... todo me parece ya banal.

Gracias a Dios, el numero de la colada dura no se ha vuelto a repetir ningún otro día; tal vez sea bueno que haya caído el primer día, me ha blindado para el resto. La colada ligera, se la he dejado a otros voluntarios hasta ayer, que apareció una inglesa de bandera con nombre de margarina caducada (Natacha) y la compañía en el lavado fue muy agradecida.

La tarde en Kaligat son apenas 2 horas frente a las 4:30 de la mañana en Pren Dam, así que pasan rápido. Reparto de medicinas, que parece una lotería. Las monjitas me pasan píldoras de todos los colores y tamaños, cada una con un papelito que dice su destinatario "Rami, numero 35", y con un gesto de la mano, me despiden para que me ocupe... ¿quien diablos es Rami? "¡Rami! ¡¡Ramiiii!!" ni Dios contesta... mmmm numero 35... busco los números en la pared frente a cada cama y la 35 esta vacía... donde estará este tío... doy vueltas pregunto y pregunto, hasta que por fin uno salta "brother brother" y me señala a un pobre guiñapo doblado en el suelo. Pero ¡por Dios! si he pasado 10 veces por aquí vociferando el nombre del susodicho!. En fin, el bueno de Rami se toma las medicinas, mas por beberse el vaso de agua que le ofrezco para después, que por convencimiento.

La sorpresa me llega cuando la hermana del botiquín, una rotunda negra de Sudáfrica llamada Florentín que es todo sonrisa y buen humor, me da otras medicinas con su papelito de destinatario que leo y dice "unknown"... ¿?¿? pero ¿¿¿como busco yo a un desconocido??? La negrita se parte de risa, y me dice que vaya por ahí que lo encontrare. Pienso que si ya me costó encontrar a Rami, esta es una búsqueda que no tiene nombre… Así que voy preguntando a los enfermos "¿do you know who is unknown?" y a la segunda que lo digo me entra la risa floja solo de la pregunta, de verme frente a unos tíos que no tienen ni pajolera de ingles, y yo buscando al eslabón perdido... Pues si, lo encontré, por que todos tienen nombre, se llaman unos a otros, pero hay uno que cuando pregunto su nombre a algunos de los que todavía se enteran de algo, ninguno sabe como se llama, levantan los hombros o giran la cabeza de forma extraña, así que a ése le hice comerse las pastillas del unknown, asumiendo que lo era, y volví al botiquín tan pichis, diciéndole a la hermana Florentín "Whos next?" sin mas explicación... ni me la pidió.

Alguna lucha hay con algún enfermo para obligarle a que se tome las medicinas, o con algún otro para que coma. Las sisters me dicen que insista, que sea duro, "no dejes que te venzan" me dicen, pero claro, ¿hasta donde puedo llegar para que no me venzan? ¿Se permite la violencia física? Por que es que a alguno le había maniatado las manos, una a la espalda con mi mano izquierda, con la rodilla derecha le inmovilizo la otra, por que se revuelve el tío... y agarrándole de la cabeza, mal, trato (con cariño eh) de abrirle la boca. Algo me dice que me estoy pasando. Pero cual es mi sorpresa al ver que tras no conseguirlo con uno (que con otros si), viene una hermana y un worker, se le echan encima y lo reducen del todo, si si, con mucho cariño y esas cosas, pero reducido por la fuerza, hasta que el pobre se da por vencido y se toma las pastillas. Así cualquiera.

Otro hermano que lleva a un fantasma de la mano en cueros... Jesús que espectáculo, no lo describo... "brother brother, take him to the bathroom", yes yes, voy. Los baños son de susto, un agujero entre 3 paredes, y nada mas. No se si tengo que sostenerle, limpiarle, yo que se... gracias a Dios, el hombre tiene aun su dignidad, ¡bien!, y decide hacer las últimas maniobras necesarias por si mismo. No se si aun así, asirle de los brazos, no se me vaya a caer al agujero y tengamos otra fiesta. Pero finalmente decido esperar a un metro de distancia, y, una vez cumplida la misión, acompañarle de vuelta a su cama, donde me agradece de buena gana la ayuda. La mayoría de estos enfermos no son conscientes de nada, pero da igual, son personas, podría ser yo mismo dentro de unos anos, o como las hermanas viven, son para ellas un espejo del Señor, aunque a veces un poco rebelde y haya que reducirlo....

Ultimo reparto de "pani", silencio, solo roto por algún aullido de estos pobres hombres. Tranquilidad.

Los días que vuelvo ya les reconozco a todos, y voy conociendo sus reacciones, sus problemas. Los que me reconocen me saludan con alegría, otros muchos no son conscientes. Hoy cuando volvía de Kaligat, sentía que les iba a echar de menos, y me sorprendía por ello. Me preocupaba pensar que hay muy pocos voluntarios y que cuando me vaya tal vez queden algo desatendidos, pero no, eso no va a pasar. Como dicen las hermanas "Dios proveerá", y siempre hasta ahora lo ha hecho, nunca les ha fallado y las hermanas de su mano, dan siempre mas de lo imaginable. Que sitio tan sobrecogedor y al mismo tiempo tan impresionante.

Nos vamos, se acaba la jornada. Recibimos como en Pren Dam por la mañana una sonrisa sincera de las hermanas, y de los enfermos que mejor o peor, nos reconocen ya en su día a día. No hace falta mas, te dan lo mejor y te llena. No hay mejor moneda de cambio.

Vuelves con una extraña sensación de paz, de tranquilidad, y das gracias a Dios por toda esta experiencia, por todo este regalo...

 

Cuando ruge la marabunta

Hoy es domingo, y empezar el día con la misa en Casa Madre es doblemente agradecido. Sin embargo, en cuanto a trabajo se refiere, el domingo es como un día cualquiera, ya que el día que se "libra" es el jueves, así que hoy debería ir como todos los días a Pren Dam por la mañana y a Kaligat por la tarde.

La misa esta a rebosar, y en el desayuno de los voluntarios parece haber mas gente que otros días. Probablemente muchos de los que van habitualmente desde sus hoteles a los centros de las misioneras sin pasar por Casa Madre, hoy han decidido acudir a misa por ser domingo.

Ayer sister Mercy, que es la hermana que coordina a los voluntarios, una mujer estadounidense, ex-marine me dicen, hija de mexicanos y que habla perfectamente español, ayer decía, ofreció a los voluntarios la oportunidad de visitar Nabo Jibon, que es la casa de los hermanos en el otro lado del río, y que excepcionalmente los domingos abre para todos los chicos del barrio donde se encuentra, de tal forma que se necesita ayuda extra este día. Las plazas son limitadas, 10, y había que apuntarse en una lista, pues puede que se acabe sorteando. Yo lo hice, y por eso hoy según llego al desayuno, lo primero que hago es mirar la lista por si he salido elegido y... si, ahí estoy, bien!. Hoy pues, no iré por Pren Dam como todos los días, y tendremos otra nueva experiencia.

Somos 10, como decía; 3 hombres: Chris un estadounidense de media altura algo tocho que va habitualmente a Nabo Jibon como yo voy a Pren Dam, un japonés alto y desgarbado, y yo, y 7 mujeres: otra estadounidense, novia de Chris creo y como él, habitual del centro al que vamos, una malaya y 5 japonesas.

Chris pues nos hace de guía. Tomamos a la salida de Casa Madre un autobús público, 6 rupis por cabeza; pintado de mil colores, destartalado, sin cristales en las ventanas, bastante lleno, pero cumple su función. Nos dirigimos hacia el norte y cruzamos el Old Bridge al lado oeste de la ciudad, puente que ya varias veces he cruzado con Antonio, y en cuyo extremo y a lo largo del río se extiende la inmensa estación de tren de Howra (antes Victoria station), que toma su nombre del barrio en el que habita y que recibe los trenes de toda la India. Ahí hacemos un trasbordo a otro autobús (5 rupis) y empezamos a callejear por el gigantesco y pobre barrio musulmán de Howra, que no se distingue de otros que ya conozco, febril, caótico...

Ya debemos llevar 50 minutos desde que salimos de Casa Madre. Nos bajamos del bus, y comenzamos a caminar por callejuelas repletas de gente, puestos, coches, comercios, animales, lo de siempre. No aburre contemplarlo, no cansa, todo parece nuevo aunque lo hayas visto ya 100 veces repetido.

Por fin llegamos a Nabo Jibon, donde como en el resto de centros de las Misioneras de la Caridad, un gran muro recorre la finca, y un gran portalón metálico franquea la entrada. Tras pasar la puerta, otro oasis como siempre; nada recuerda al exterior en el que nos hemos movido desde hace una hora. Cruzamos un gran patio y entramos en el edificio donde nos ofrecen refrescarnos y cambiarnos si queremos.

No hay sisters aquí, este es un centro de hombres, regentado por Hermanos (brothers) de la Caridad. Estos no llevan ningún traje distintivo al contrario de las sisters con su sari blanco inmaculado apenas con 2 franjas azules. El único elemento que les distingue es una cruz cosida en la "pechera". Para mi dejan algo que desear, ya que van en camiseta, parecen otro Calcutano mas, y desmerece, resta respetabilidad, autenticidad frente a las hermanas, pero así son.

Los adultos que están alojados, son en su inmensa mayoría dementes y paralíticos. Apenas les saludamos, no vamos a compartir el día con ellos... si no con los niños de fuera, del barrio, que van a entrar en el centro en unos minutos. Le pregunto a Chris de que va esto, que debemos hacer o que esperan de nosotros, y me dice encogiéndose de hombros que no tiene ni idea, que el viene habitualmente a cuidar de los adultos, así que bajamos las escaleras y buscamos información en los hermanos. Estos, la verdad, parece que pasan bastante, simplemente que nos ocupemos de los chicos, así que hasta que abran el portón, nos sentamos al fondo del patio a buen recaudo del sol que empieza a machacar. El barrio es muy pobre, y el poder dejar a tus hijos cada semana por una larga mañana, al cuidado de los hermanos, donde te los alimentan y juegan, es un lujo.

Escuchamos ya la algarabía que hay fuera en la calle, golpeando el portón, pero parece que hasta las 09:00 no se abre. Poco conscientes éramos en aquel momento de que estábamos viviendo los últimos minutos de la tranquilidad del ojo del huracán en el que habíamos entrado...

A las 9 en punto se abría el portón y como si de una presa que revienta se tratara, un estruendo de niños asoma y comienza a acercarse a toda velocidad. Niños y niñas, de entre 4 y 8 o 9 anos, unos 90 o 100. Chris y yo estamos de pie, sin saber muy bien que hacer, el chillerío es enorme, y el tsunami parece que nos va a alcanzar sin remisión. No nos movemos, simplemente nos toman al asalto; yo recibo el encontronazo de 3 niños, uno trata de subirse a mi espalda, otro tira de mi brazo, el tercero se mi pernera, se les unen 3 o 4 mas.

Me balanceo para tratar de llegar al murete y sentarme, por que si no me tiran literalmente al suelo; gran error el mío, ya que consigo sentarme, si, pero ello facilita que alcancen mis hombros ya sin dificultad de altura y se me suban encima. En un minuto estoy absolutamente cubierto de bestias que me hablan sin entenderles, me gritan, se gritan, tiran de mi ropa en todas direcciones... Asomo la cabeza y veo a Chris en situación similar; del japonés no tengo noticias, y el resto de las chicas tratan de arreglárselas como pueden. Veo a una japonesa que ha pegado su espalda a un árbol y trata de controlar a las niñas. Otras se han juntado para, estando en mayor numero, tratar de imponerse a las fieras.

Al cabo de unos minutos estoy completamente empapado de sudor, voy controlando la situación a base de soltar vociferios. He ordenado el tumulto y consigo hacer una fila para voltear a los chicos uno a uno, que es lo que quieren, que les lance, les suba, les lleve... la fila es interminable y el que ha sido ya zarandeado, quiere repetir, y no vuelve a la cola, generándose una trifulca continua en la cabecera de la cola. Esto no termina bien así, me digo.

En un momento dado en el que se están peleando por ver quien se sube a mi chepa, literalmente me escapo de ellos y en tres zancadas alcanzo el edificio, como quien ha entrado en el Fuerte y se siente ya a salvo de los indios (me vale en los 2 sentidos). Los hermanos gracias a Dios no dejan acceder a los chicos al edificio. Chris sigue mi ejemplo. Hablamos ya a salvo, y decidimos buscar a un hermano, para ver si tiene un balón de futbol y organizar un partido donde se desfogue la marabunta. Lo encontramos, pero los hermanos no nos dejan que lo usemos, desconfían de la turba, así que no hay balón, no vale la idea.

Busco al japonés que ha desaparecido, para que se involucre y reduzca en algo nuestra tensión. Lo encuentro en la parte trasera del edificio, sentado con un local, pasando de todo. Me acerco y le digo que venga, hace ademán de levantarse, pero a los 3 pasos veo que se sienta de nuevo, paso de él. Subo al piso de arriba, a la habitación de los voluntarios, bebo agua profusamente y me refresco la cara. Hay un ventilador y decido sentarme frente a él varios minutos, hasta que me baja el sofoco. Al rato, me asomo a la terraza y veo a todos los niños, que corren patio arriba patio abajo. Varios al verme me hacen señas para que baje, y con una sonrisa les hago un gesto de "calma que ahora voy" aunque era otro el que se me pasaba por la cabeza, paso, me voy a dar un respiro.

Chris aparece por la terraza y en ese momento me doy cuenta que tiene la camiseta destrozada por la espalda, de lado a lado, que pinta, ni que saliésemos de un tumulto, aunque si, puede que eso fuera. Bajamos al patio ya que nos toca repartir agua. Las chicas con increíble habilidad han organizado ya las filas, y con cierto orden se consigue en un rato saciar a todo el gallinero.

Parece que la situación se va calmando, y hay varios juegos en marcha por el patio. En un momento dado, veo que un grupo de niños esta machacando a un pobre paralítico que esta en su silla de ruedas a la sombra de un árbol. ¿Pero que hace ahí ese desgraciado? Todos los internos fueron retirados a tiempo antes del asalto del portón principal... es el único interno fuera del edificio, se les debe haber olvidado. Gesticula como puede desesperadamente y mete ruidos extraños para defenderse, mientras los niños ríen a su alrededor y le golpean sin piedad alguna. Voy decidido a poner orden pero me adelanta un hermano o un cuidador, no distingo, y quitándose el cinturón la emprende de forma decidida a latigazos con los niños que en unos segundos se dispersan rápidamente. Me sorprende la contundencia del hermano, pero así deben solventar las cosas, y yo no he venido aquí a cambiar costumbres.

 

El día del adiós

Como han pasado estas dos semanas, ha sido de vértigo. Mañana a las 6 a.m. me recoge el taxi para dirigirme ya al aeropuerto, camino de vuelta a España. Cuantas sensaciones, cuantas experiencias, cuanta gente grande, de todas las edades y geografías. Y es que no es solo los enfermos que te acaban enganchando, no es solo las hermanas que no dejan de sorprenderte, es también y mucho toda esa gente que te acompaña en el día a día, con la que codo con codo compartes tantas situaciones, y que acaba siendo una pequeña-gran familia.

Esta mañana, después de misa, y al final del desayuno, como siempre, han despedido cantando a los que se van, y ahí estaba yo. Cristina y Teresa  no se han atrevido a salir... ha sido emotivo. Muchos se me han acercado después, por que van a otros centros y no les veré. Algunos me dicen que si hacemos una cena de despedida, que si nos tomamos algo en el Spanish. Sister Mercy la encargada de voluntarios ha estado muy cariñosa conmigo. Un japonés con el que ni me he cruzado palabra me busca para sacarse una foto conmigo y me agradece mucho todo ¿?.

Tengo una sensación extraña, por un lado me apetece volver, por otro me da pena irme. Pero creo que 15 días han estado muy bien, y me esperan muchas cosas y personas ahora de vuelta a casa, los primeros, mis hijos. Mañana además haré una larga escala en Dubay que aprovechare para visitar la ciudad y bañarme en el mar si puedo. Que contraste, pasar de este mundo en el que he estado a la ostentación de Dubay, dos extremos de un mundo tantas veces mal repartido. Unas horas pues para dejar atrás ya esta ciudad maravillosa y miserable a la vez.

La mañana la he dedicado como todos los días a Pren Dam, para despedirme de tantos. Mi abuelito de la habitación de los perdidos, al que cogía de la mano y trataba de refrescar en su agónico respirar, ha fallecido. No se si lo siento o me alegro por que este ya disfrutando en el cielo, por que el infierno ya lo ha vivido en este mundo y ya solo le quedaba sufrir un poco mas. Con todo, ver su cama vacía, que en minutos es ocupada por otro enfermo en mal estado, me entristece algo. Pero así son las cosas aquí. Y hay que moverse sin parar con el resto de "patients".

El día ha sido intenso en Pren Dam, por que mas allá del abuelo que se ha ido, debía pasar el testigo de mis enfermos a otro para que continúe con los ejercicios y tareas que con cada uno realizaba. Y ese otro lo he encontrado en un estadounidense, que se llama Shawn o algo así, 24 anos, muy buen chaval, que me ha acompañado en mi quehacer diario, para ver que es lo que el tiene que hacer a partir de mañana. Le pido que el a su vez entregue el testigo a otro voluntario cuando vaya a abandonar Pren Dam.

Trato de explicarles a mis "patients", al bueno de Babu, al gamberrete de Ambala, único niño en el centro, a Kalipodu mi "protegido" y con el que tanto he charlado, o a Raju, ese alma feliz en su desgracia que todo lo convierte en sonrisas y música con su armónica, a todos he tratado de explicarles que me iba, que ya no me verían, pero sinceramente, no se si me entendían. Me sonreían, me cogían las manos, las besaban, se las llevaban a la frente, asentían con la cabeza y se reían... que mas da, solo espero que reciban mucho cariño en el futuro, que se sientan queridos por lo que son, que nunca les falten las hermanas, sus hermanas... a mi ya me han dado mucho, muchísimo, sin pedirme nada.

Aunque hoy no me tocaba, he cruzado dos o tres veces a Kaligat, que esta a unos metros de Pren Dam, no podía evitarlo. Solo quería ver a mis enfermos una ultima vez, los mas desahuciados, y que ayer deje al final de la tarde, ya que esta tarde de hoy, la tomo para mi, para preparar la salida. Pasé de nuevo por sus camas, les daba la mano, o una palmada a los aun fuertes, o les frotaba la cabeza. No esperaba nada de estos pobres, era yo el que necesitaba tocarlos para dejarles mi adiós, para llevarme su recuerdo para siempre conmigo.

Me cruzo con sister Florentín, la encantadora hermana negrita sudafricana, "¡¡I thought you were gone!!", le digo que no, que me voy mañana de madrugada. Hablamos un rato de todo, del centro, de mi experiencia, de mi familia, de mi vida, del trabajo... Coge una caja de antibiótico y la rompe, y me pide que le deje escrito mi nombre y el de mis hijos en la parte interior. Me promete rezar todos los días por mí y los míos... algo me emociono con esta sister tan buena y risueña; quería sacarme una foto con ella, pero me dice que lo tiene prohibido. Nos despedimos con un abrazo.

Ya de vuelta a Pren Dam, aprovecho que estoy haciendo un coaching a Shawn con mis pacientes, para pedirle a éste que me saque algunas fotos con ellos. Veré si en su momento puedo subir alguna al blog, pero serán sin duda un gran recuerdo para mí.

En la hora del descanso del te, aprovechamos y sacamos algunas fotos más, con Helmut, con Bernardo, con el canadiense que no recuerdo el nombre... Me tomo mis últimos tes, y tengo la sensación de ir cerrando capítulos. La última comida que doy a los mas inútiles, el último gran lavado, acostarlos, últimas visitas al baño, despedida... última vista de Pren Dam; me doy la vuelta ya en el mismo portón de salida, para dar un último vistazo al gran patio, cierro un segundo los ojos y mentalmente me despido de todo, y como si de una foto se tratara, trato de grabar las imágenes en mi cabeza. Último paseo cruzando el inmundo Slum, última montaña rusa en el auto-rickshaw, vuelta a Sudder St., última comida en el Spanish cafe, última charla con muchos voluntarios, última cerveza con Antonio, y último post en este blog.

Me invaden sentimientos contrapuestos. Nunca he visto tan claramente como hasta ahora y tan cerca a la vez, la grandeza y miseria del ser humano. Sin duda alguna me siento especialmente agradecido por todo lo que aquí he recibido, por que como alguien dijo, aquí no vienen los valientes y decididos sino los necesitados.

Y como empecé en su día, acabo hoy, esperando haber podido trasladar a este blog siquiera un leve reflejo de lo que el Señor me ha regalado en este viaje, que sin duda ha sido mucho más de lo que yo le he dado.